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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK

A la espera de un sueldo que no llega

Los funcionarios iraquíes confían en que EE UU les pague pronto 20 dólares como salario de emergencia

Guillermo Altares

El jardín del Ministerio de Sanidad en Bagdad está lleno de papeles que caen desde las ventanas. Ayer era día de limpieza y de paga; pero los sueldos prometidos por el administrador estadounidense para Irak, Jay Garner, no llegaron. En la puerta del ministerio, decenas de funcionarios charlaban en corrillos. Dentro, los encargados de la ventanilla de información trabajaban normalmente. Al Centro de Comunicaciones de la capital también habían acudido los funcionarios, igual que al Ministerio de Cultura, completamente destrozado.

El ambiente parece sacado de una imagen de la Gran Depresión: mujeres y hombres pasan horas y horas hablando del dinero esperado ante la puerta de sus centros de trabajo y verificando una y otra vez que su nombre está en la lista apropiada para cobrar.

"Nos dijeron que iban a venir hoy a pagar, pero no ha aparecido nadie por aquí"
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En Bagdad, el comercio vuelve poco a poco a la normalidad y las zonas con mayor concentración de tiendas, como Karrada o Arrasat, empiezan a recuperar el ambiente anterior a la guerra. Uno de cada dos establecimientos ha reabierto.

Sin ninguna autoridad de tráfico (ni de otro tipo), los atascos son eternos. No hay desabastecimiento. Incluso la línea de ferrocarril que une la capital con el puerto de Um Qasr, en el sur del país, fue ayer reabierta. Pero los habitantes de la ciudad hablan ante todo de dos cosas: seguridad y salarios. Incidentes como el de Faluga, donde en dos días han muerto 15 personas, no ayudan precisamente a recuperar la confianza en los ocupantes. La falta de dinero tampoco.

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El pasado miércoles, tras una reunión con 60 representantes de la sociedad civil iraquí, Garner prometió el pago de los salarios correspondientes a una semana para los funcionarios, que representan el 60% de la población activa del país. "Estoy seguro de que vamos a cobrar", asegura Abbas Adab, responsable de contabilidad del Ministerio de Sanidad. "Es algo seguro, aunque a lo mejor se retrasan un poco. Hemos elaborado listas, hemos hablado con los estadounidenses; pero todavía hay problemas con el sistema bancario", agrega Adab, que ha acudido a su puesto de trabajo con traje y corbata.

El sistema pactado es el siguiente: los antiguos responsables del centro elaboran listas de los trabajadores (3.200 en el caso del Ministerio de Sanidad) y, como pago de urgencia, cada asalariado recibirá 20 dólares. "Necesito el dinero. Llevo viniendo muchos días aquí y esperaba cobrar", dice una mujer que prefiere no ser identificada. Rápidamente se forma un corrillo: otro dice que el sueldo prometido no da para nada y un tercero interviene para decir que no es justo que todos cobren lo mismo.

En el Centro de Comunicaciones, los trabajadores van llegando desde primera hora de la mañana y esperan dentro del edificio, que ha sido limpiado a lo largo de la semana. Allí también han elaborado listas, que han entregado a los estadounidenses. Mowaffak al Ani es el responsable: "Nos dijeron que iban a venir hoy a pagar, pero no ha aparecido nadie por aquí". Antes de la guerra, Al Ani cobraba 125 dólares. Ahora espera al contable del centro, que es quien se ha ocupado de las famosas listas, para recibir 20.

En Cultura ni siquiera se habían enterado de que ayer, en teoría, era el día de paga. En este caso, su edificio fue arrasado durante los saqueos y está quemado, con el patio central lleno de cristales rotos ennegrecidos por el humo.

En el hospital bagdadí de Al Jraj sí han recibido los salarios. Reunidos en una sala, un grupo de médicos lleva un buen rato discutiendo sobre el tema. El doctor Ahmed Alnasiry, un cirujano maxilofacial que estudió en Irlanda, explica la situación: "Hay tres tipos de salarios. Nosotros hemos recibido una ayuda especial para este centro proveniente de los Emiratos Árabes Unidos. En mi caso, 175 dólares. Luego está el salario de emergencia de los estadounidenses, que todavía no hemos visto, y, por último, la paga normal, que no cobramos desde febrero".

Otro médico que acaba de llegar del quirófano le interrumpe: "Con 20 dólares, si algún día nos los pagan, podemos alimentar a nuestras familias durante unos días. Es una miseria, una limosna".

Niños iraquíes hacen cola para obtener agua potable ayer en Basora.
Niños iraquíes hacen cola para obtener agua potable ayer en Basora.AP

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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