Lección de dignidad
Los enviados especiales españoles en Bagdad han demostrado con su comportamiento que todavía se puede confiar en los valores del periodismo en tiempos de horror y silencio. Las presiones y la censura militares, las dificultades para sobrevivir en situaciones de extremo peligro y el profundo dolor por la muerte de compañeros y amigos no han impedido la llegada de sus testimonios rabiosamente independientes que nos ha alumbrado en medio de la horrible sinrazón de esta guerra (de todas las guerras).Quiero felicitarles por esta gran lección de dignidad y decirles que con su actitud el periodismo con mayúsculas, el que se realiza en esa línea muchas veces invisible entre la vida y la muerte, ha sobrevivido al peor atentado posible: el que realizan aquellos que quieren acabar con los testigos incómodos cuando se decide violar todas las reglas establecidas por las leyes internacionales, incluidas las convenciones en tiempos de guerra.
También quiero felicitar a los miembros del jurado del Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2003 por haber sabido interpretar el sentimiento generalizado de pesar y dolor que afecta a toda una profesión ante los últimos dramáticos acontecimientos y de bochorno ante la actitud de nuestros gobernantes.
