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Entrevista:IAN WILMUT | Director de genética del Instituto Roslin

"La muerte de Dolly no tuvo nada que ver con su clonación"

Javier Sampedro

La muerte de la oveja Dolly, el pasado 14 de febrero, reabrió el debate sobre la seguridad de la clonación, una técnica que ya ha sido probada con éxito en varias especies de mamíferos, y cuya posible aplicación a la medicina es objeto de una intensa discusión ética y legal en muchos países. Ian Wilmut, director de Expresión Genética y Desarrollo del Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia), y uno de los creadores de la más célebre oveja del mundo, visitó ayer Madrid para dar una charla sobre clonación organizada por el Foro de la Nueva Economía, The Wall Street Journal y la Comunidad de Madrid.

Pregunta. Este periódico publicó que Dolly fue sacrificada como consecuencia de un adenocarcinoma pulmonar ovino (OPA), un cáncer de pulmón de origen vírico muy común en las ovejas. ¿Ha confirmado esto la autopsia?

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Respuesta. Sí, creemos que ésa es la explicación correcta. Quisimos anunciarlo el día de la muerte y el veterinario nos disuadió. Quería ver antes la autopsia.

P. ¿Ya está terminada?

R. Hemos acabado muchas pruebas, y estamos haciendo más. El principal problema es que queremos comparar los tejidos de Dolly con los de una oveja normal de seis años, la edad de Dolly al morir, y de la misma raza y variedad. No es fácil, porque estas ovejas no suelen llegar a esa edad.

P. ¿Están convencidos de que la enfermedad mortal de Dolly no se debió a que fuera un clon?

R. Sí. La muerte de Dolly no tuvo nada que ver con su origen clónico.

P. Aparte de cáncer, Dolly tenía unos telómeros anormalmente cortos [los telómeros son los extremos de los cromosomas, y se acortan a lo largo de la vida; que fueran cortos en Dolly se ha interpretado a veces como signo de envejecimiento prematuro].

R. Ésta es la principal razón por la que queremos comparar los tejidos de Dolly con los de otras ovejas. Es preciso reexaminar esa cuestión.

P. También tenía artritis.

R. Hay otros animales clónicos que tienen artritis, y por tanto es posible que ésta sí sea una condición asociada a la clonación. La artritis también es común en las ovejas, incluso a los dos años de edad, pero suelen tenerla en las patas delanteras, y no en las traseras, como Dolly.

P. El año pasado pidieron ustedes permiso a su Gobierno para trabajar en clonación humana terapéutica. ¿Se lo han dado?

R. Estamos aún un paso antes. Hemos solicitado licencias para derivar cultivos de células madre a partir de embriones humanos donados. No las hemos conseguido todavía.

P. ¿Hay problemas legales?

R. No, el marco legal británico es muy bueno, y muy claro, aunque la Administración tiene que ser más eficiente con los trámites. Otros laboratorios han obtenido ya licencias, pero nosotros, no. El proceso administrativo es muy lento, y muy concienzudo. En cualquier caso, queremos trabajar en esas técnicas, a partir de embriones donados, antes de plantearnos la clonación de embriones nuevos. Nuestra intención inmediata no es desarrollar terapias, sino investigar la técnica. La idea es hacer en laboratorio células genéticamente idénticas a las de un paciente. Queremos generar poblaciones de células que puedan servir para tratar enfermedades neurológicas, cardiacas y del sistema inmune.

P. ¿Se podrá reprogramar una célula de un adulto sin utilizar óvulos y, por ello, sin tener que pasar por la fase del embrión?

R. Sí, hay nuevas estrategias muy interesantes en esa línea. Hay indicios de que se pueden tomar células indiferenciadas, hacerles agujeros en la membrana y ponerlas en contacto con extractos de otras células diferenciadas, por ejemplo neuronas. El extracto hace que la célula de los agujeros adopte algunas características de la neurona. Esto no basta, pero permite sospechar que podrá perfeccionarse.

P. ¿Le da crédito a los raelianos y sus anuncios de clonación de bebés?

R. No, ninguno.

P. ¿Y qué hay de otros científicos estrafalarios [freak] como Severino Antinori?

R. Que quede claro que la palabra freak es suya, no mía (risas). Tanto los raelianos como Antinori son gente muy preocupada por hacerse publicidad gratis y conseguir nuevos miembros para sus organizaciones. Antinori tiene mucha experiencia en fecundación asistida, pero por eso debería saber que intentar una clonación es muy peligroso, con resultados probables como abortos tardíos, bebés nacidos muertos y, lo peor de todo, niños vivos pero inviables. Él sabe todo eso, y no veo por qué iba a arriesgarse.

P. La firma estadounidense Advanced Cell Technology (ACT), que anunció en 2001 el primer embrión humano clónico [un embrión que sólo había alcanzado la fase de seis células], afirma que algo parecido a eso podría prosperar si se implantara en un útero. ¿Está de acuerdo?

R. La información genética en un óvulo fecundado humano no empieza a activarse hasta el estado de ocho células. Los embriones de ACT no lo alcanzan, y sólo se desarrollan gracias al material que estaba en el óvulo. Es posible, pero extremadamente improbable, que prosperen en un útero.

P. La clonación ha funcionado en media docena de especies de mamíferos. Que funcione en humanos ¿es un mero problema técnico?

R. Es un problema masivo. La fecundación y el desarrollo embrionario dependen de mecanismos muy complejos. Para clonar, se parte de un genoma de la célula adulta que está empaquetado y regulado de cierta forma muy precisa, y se pone en el entorno de un óvulo, donde debería empaquetarse y regularse de una forma totalmente distina. No sorprende, por tanto, que no funcione muy bien. Resolver esto podría suponer identificar decenas de proteínas en miles de situaciones distintas. Se necesita mucho trabajo, y un golpe de suerte.

El científico escocés Ian Wilmut, en Madrid.
El científico escocés Ian Wilmut, en Madrid.GORKA LEJARCEGI

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