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Crítica:ROCK | GARBAGE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Menuda cantante!

La bellísima Shirley Manson y sus socios musicales volvieron a demostrar que Garbage es una de las pocas alternativas claras que tiene en 2002 el rock sin excesos, preñado de pop y de sonidos sugestivos; con fuerza y delicadeza a partes iguales.

Ataviada con camiseta blanca de tirantes que realzaba todas y cada una de sus curvas, pantalones de camuflaje militar y corte de pelo a lo chico y teñido de rubio platino, Shirley Manson irrumpió en escena ante el rugido de una multitud que hacía de la sala un repleto espacio sin oxígeno.

Desde el principio se echó de menos a los tambores al batería y auténtico cerebro del grupo, el productor Butch Vig, quien tuvo que quedarse en casa a causa de una infección de oído.

Garbage

Shirley Manson (voz), Steve Marker (guitarra y teclados), Duke Erikson (guitarra), Daniel N. (bajo) y Matt Walker (batería). Sala La Riviera. 18 euros. Madrid, miércoles 12 de junio.

En su lugar, se trajeron al experimentado Matt Walker, quien fuera miembro de Veruca Salt y Smashing Pumpkins, y la sustitución no decepcionó en absoluto.

La banda sonó con la misma contundencia y riqueza de matices que lo hace en sus discos; combinando la ejecución de los argumentos básicos del rock con la aportación de un entretejido de sonidos programados que adornan con la riqueza de lo moderno un esquema musical que cada vez se va alejando más de los planteamientos iniciales del grupo -sombrías intenciones herederas de bandas como My Bloody Valentine- y entra de manera decidida en los del rock convencional.

Un planteamiento éste para el que el entusiasmo desmedido que la banda levanta en sus actuaciones en directo es el complemento ideal.

Garbage ofreció de nuevo un potente concierto que volvió a colmar las expectativas del público, produciendo una de esas noches grandiosas, como la que tuvo lugar en su anterior visita a nuestro país hace unos años.

Push it inició la descarga sonora, que tuvo su primera incursión en lo sensual con Androgyny y Shirley gritando en castellano '¡Chicos! ¡Chicas!'. Con su voz fría, su actitud escénica y sus movimientos hipnotizantes, la cantante va camino de una suerte de punki pop erotizado que le va al pelo.

Un tobogán

En una actuación en la que la intensidad no decayó en un solo instante, el grupo subió y bajó por el tobogán de un repertorio que combina dinamismo y estribillos o coros bien participativos, como en el archiconocido tema When i grow up, con ambientes sonoros más oscuros y misteriosos -el tema Milk es un ejemplo-.

Shirley agradeció con unas palabras en castellano la maravillosa acogida que esta banda de Winsconsin tiene cada vez que visita nuestro país y, tras un bis de dos temas y ante el inagotable aplauso de un público que se negaba a abandonar la sala, se vio obligada a aparecer de nuevo en escena cuando ya las luces del recinto estaban encendidas y los técnicos comenzaban a apagar los amplificadores, para improvisar -obviamente, el batería no conocía todo el repertorio del grupo- otro de sus viejos éxitos: Queer.

Con conciertos así, no es raro que Garbage, pese a no vender tanto como las megaestrellas del pop, se haga un sitio por muchos años en el corazón de los aficionados del rock españoles. Claro, que con una cantante como Shirley, la verdad, no es de extrañar.

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