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GUIÑOS
Columna
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Búsqueda insistente

El embrujo de las fotografías de Garri Winogrand (Nueva York 1928-Tijuana, 1984) que se exponen en la sala Rekalde de Bilbao es tal que más que reproducir la realidad que ha pasado ante sus ojos la interroga. Manifiesta un alto grado de escepticismo con respecto a la sociedad americana que dejaba atrás el periodo de posguerra. Son los años sesenta cuando sus trabajos alcanzan el grado de madurez y consistencia que le llevan a un reconocimiento internacional sin fisuras. Atrás quedaban sus vivencias como fotoperiodista e inicia lo que él mismo considera una investigación fotográfica de la sociedad. No se trata de hacer fotografías en beneficio de una causa social como puede encontrarse en los autores que le precedieron en el movimiento Photo League. Su evidente método documentalista, más que de ponderar un mesianismo redentorista, se ocupa sencillamente conocer la sociedad. Esta es su virtud y consigue con ello valorar aspectos humanos que para otros observadores pasaban desapercibidos. Y todo ello lo encuentra en la vida cotidiana, en el deambular de la gente corriente, en los comportamientos más familiares, en los pequeños detalles, de donde extrae enriquecedoras enseñanzas.

No hace todavía un año, pudimos contemplar en la casa de cultura de Elgoibar una exposición que descubría el Winogrand de Women are Beautiful, un monográfico femenino convertido en un confesionario de intimidades (entendámoslo como una metáfora), además de un escaparate para un estilo de convivencia. Ahora, en la sala Rekalde de Bilbao podemos conocerlo en una dimensión más amplia y variada. Su magnifico católogo ofrece excelentes prefacios de la vida y obra del autor, escritos por el comisario de la exposición, Carlos Gollonet, y Leo Rubinfien, que sirven para mejor comprender la intensa producción de a quien sus compañeros llamaban 'príncipe de las calles'. La producción, que llega de Madrid y luego se traslada a Granada para después terminar en Sevilla, es un ejemplo a tener en consideración. Su itinerancia reparte gastos y obtiene beneficios de una audiencia que en muestras exclusivas cuesta mucho alcanzar. En este caso, como en otros similares, compartir supone poder saborear la calidad un mejor producto.

La muestra ronda las ciento cincuenta reproducciones en blanco y negro. Son de formato mediano y se presentan con depurada sencillez para realzar el interés de la mancha. Salvo una docena de tomas verticales el resto son horizontales. Llaman la atención por su contenido, pero también por cómo están construidas. El método recurre fundamentalmente al gran angular. Amplía el campo de visión, pero aumenta la distorsión de las líneas, que el autor neutraliza con su conocida inclinación, más o menos aguda, del encuadre, Es esta una característica que, según se indica en el catálogo, algunos de sus analistas han vinculado con los expresionistas abstractos, pero sin embargo no resta absolutamente nada a la figuración; las fotos funcionan e intensifican su significado con alusiones metafóricas.

Otras de sus insistencias estilísticas radica en la alineación de los sujetos en un mismo plano, contraponiendo sus gestos y comportamientos. En cualquier caso, su capacidad creadora no se detiene en normas que en un momento pueden resultar impactantes visualmente. Su afán investigador le lleva a innovar y ensayar constantemente hasta obtener el resultado de su agrado. No en vano decía: 'Hago fotografías para descubrir qué apariencia tendrá algo una vez convertido en fotografía'. En cualquier caso, el chequeo de sus más de 300.000 negativos por positivar deben guardar todavía indudables sorpresas.

Winogrand, no sólo ha sido un cronista general de la sociedad urbana en EE UU. Su lado artístico y creador ha estado movido por una inquietud de transformación personal y social constante. Su elección de personajes anónimos no sólo muestra la geometría de sus cuerpos y facciones. En el momento de la toma añade una interrogación en el estado de ánimo del sujeto que pide respuesta.

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