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Crítica:DOCUMANÍA RECUERDA LAS ÚLTIMAS HORAS DE ALLENDE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El suicidio del presidente bajo las bombas

El documental La última decisión de Salvador Allende, del director chileno Patricio Henríquez, ofrece 60 minutos de un excelente reportaje periodístico con los testimonios de casi todos los que pasaron junto al presidente chileno sus últimas horas en el palacio presidencial de La Moneda antes de su suicidio, el día del golpe de Augusto Pinochet. En Documanía (Canal Satélite Digital) se emite esta noche (22.00) este reportaje, con ocasión del 28º aniversario de aquel 11 de septiembre de 1973.

El testimonio de los más fieles a Allende acaba con uno de los mitos y mentiras que han circulado, casi hasta hoy día, en un estúpido afán hagiográfico de ocultar la verdad histórica. El documental de Henríquez no sólo muestra con evidencia definitiva la verdad de lo ocurrido en aquellos trágicos momentos en La Moneda. También pone de manifiesto el heroísmo y la gallardía de 'la última decisión de Allende' ante los militares felones.

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Con un tono profesional, casi notarial, sin recurrir a efectismos fáciles, ni a la grandilocuencia o al patetismo, la cámara recoge los testimonios de los que vivieron las últimas horas de Allende en La Moneda: familiares, como su hija Isabel; el ministro Aníbal Palma; asesores, como el español Juan Garcés y el periodista chileno Carlos Jorquera; su amiga íntima y colaboradora Miriam Contreras, La Payita; miembros de la Guardia Armada Presidencial, la famosa GAP; chóferes; policías, y, sobre todo, los dos médicos Arturo Jirón y Patricio Guijón. Tras muchos años de ocultar la verdad del suicidio, sale a relucir el gesto heroico de quien prefirió morir a rendirse ante los traidores. En medio de la tragedia que relatan se logran momentos entrañables, como cuando el médico Jirón narra cómo tiró de los pies de Allende para quitarle de la ventana de La Moneda, desde donde disparaba. Se indignó Allende, 'echó unos garabatos tremendos' y gritó '¡Déjame, concha tu madre!'. Al volverse y ver a su médico, dijo: '¡Ah, eras tú, Jironcito!'. El otro médico, Guijón, cuenta cómo entró en un despacho cuando Allende se volaba la cabeza con una ráfaga de su metralleta colocada bajo la mandíbula. Ya se retiraba Guijón y regresó para recoger, como recuerdo para sus hijos, su máscara antigás. Esto le permitió encontrarse con el cadáver de Allende y permaneció a su lado, los dos solos, 'como un compromiso personal mío'.

De gran interés es el testimonio del embajador de Estados Unidos en Chile entre 1967 y 1970, Edward Korry. Sobre todo su relato de una entrevista con el presidente Richard Nixon, que golpeaba su mano abierta con su puño y se refería a Allende como 'ese hijo de puta' y 'ese bastardo'. No menos interesante resulta el comentario de dos de los miembros de la guardia personal, cuando evocan aquel día de hace 28 años: 'Nunca pensamos que estábamos tan solos' y 'el presidente fue abandonado por muchos camaradas de izquierdas'. Un tercero resume: 'Es mejor que se haya disparado y que ninguno de esos criminales haya tenido el placer de matarlo'.

Salvador Allende, a la izquierda, sale escoltado del Palacio de la Moneda.
Salvador Allende, a la izquierda, sale escoltado del Palacio de la Moneda.

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