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El compositor Benet Casablancas analiza en un ensayo las claves del humor en la música clásica

La música clásica es menos seria de lo que se creía. Es sabido que el jocundo Rossini y el burlón Mozart eran muy amigos de hacer bromas, pero resulta que también hicieron uso de bromas en sus partituras el malhumorado Beethoven, el introvertido Bach y el circunspecto Brahms, por citar sólo tres ejemplos de compositores muy poco asociados al humor. El compositor catalán Benet Casablancas (Sabadell, 1956)

ha analizado y ordenado las transgresiones de los compositores a lo largo de la historia de la música en el ensayo titulado El humor en la música, que publica la editorial alemana Reichenberger.

'El humor no es una dimensión más de una obra maestra, es una condición indispensable para que sea obra maestra'. Así de rotundo es Benet Casablancas a la hora de definir la importancia del papel que desempeña el humor en la música llamada clásica. 'En las obras de los más grandes compositores siempre está presente el humor en algunas de sus formas, ya sea la broma, la parodia o la ironía, porque el humor es una manifestación de la inteligencia'.

Desde 'la enorme fábrica de trucos' que es la ópera bufa con su transparente comicidad hasta la 'ironía trágica' de Mahler pasando por la parodia con títulos tan evidentes como Obertura sobre 'El holandés errante' ejecutada a vista por una orquesta local de segunda fila a las 7 de la mañana, de Paul Hindemith, Casablancas pasa revista a los numerosos recursos utilizados a lo largo de la historia de la música por los compositores para introducir notas de humor en sus partituras. 'Intento ofrecer las claves para que la gente pueda detectar los toques de humor', explica el autor del ensayo.

Reconoce Casablancas que la abstracción del lenguaje musical es la causa principal por la que al melómano no conocedor de la gramática y la sintaxis de la música le pase inadvertido el humor más sutil. 'En el acto del concierto hay muchas convenciones que hacen muy difícil que se produzca una risotada por parte del público cuando escucha una obra si no es que la broma es muy evidente. Que después el público exteriorice el humor de las obras riendo o sonriendo es sólo cuestión de actitud. Es muy generalizado el temor a lo que no se entiende, pero el público debe desacralizar la música clásica'.

Por muy serios que parezcan algunos autores, el humor está presente en obras de la mayoría de los grandes compositores', asegura Casablancas. 'Incluso el introvertido Bach tiene toques humorísticos, como ocurre en una de sus cantatas en la que incluye un aria llena de carcajadas. Beethoven escribe una canción cuyo tema es cómo atrapar una pulga y Wagner construye la gran catedral del humor en su ópera Los maestros cantores de Nuremberg'.

La época dorada del humor es, a juicio de Benet Casablancas, el clasicismo. 'Es el momento en el que el lenguaje musical es claro, diáfano y la sintaxis es exacta. El compositor y el público comparten el mismo lenguaje y cualquier transgresión resulta evidente. Todo el sinfonismo clásico está lleno de bromas, desde las más evidentes a las más sutiles y Haydn es el rey del humor musical junto con Stravinski. El de Haydn es un humor inteligente, afilado, que requiere de un público de verdaderos entendidos para poder desentrañar sus juegos de palabras. En cambio, Mozart es el prestidigitador, un malabarista de la broma que invita a divertirte desde tu propia sensibilidad de espectador'.

El humor ha estado presente a lo largo de toda la historia de la música. 'Desde el Renacimiento, con las ensaladas musicales, hasta El gran macabro de Ligeti. Unas veces es un humor directo, muy perceptible cuando se trata de música vocal, donde la transgresión está en el texto; otras es sutil y refinado. En el siglo XVII abundan las parodias e imitaciones; en el XVIII, el humor ingenioso; en el XIX, la ironía en la línea de los grandes pensadores románticos; y en el XX, la sátira social e ideológica'.

En España, Casablancas enumera a Manuel de Falla, Frederic Mompou, Xavier Montsalvatge y Joan Guinjoan como compositores que han hecho uso del humor en sus partituras. Un humor que en el caso de éstos y el resto de los compositores que forman parte de la enciclopedia de la música no requiere del melómano, según el autor del ensayo, 'saber escuchar y tener una educación musical, que no es lo mismo que una educación de conservatorio, que en este caso no es necesaria', concluye.

Benet Casablancas, autor del ensayo sobre humor y música.
Benet Casablancas, autor del ensayo sobre humor y música.ARDUINO VANNUCCHI
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