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Crítica:COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA 2 | DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Misión cumplida

'Una oportunidad'. Todos hemos entonado esta súplica alguna vez. Los artistas, cientos. El arte de los toros, siempre tan lúcido, tan sabio -'la fiesta más culta que hay hoy en el mundo', en palabras de Federico García Lorca-, instauró las llamadas popularmente corridas de la oportunidad. De aquellos certámenes nacieron grandes valores. Entraban en la plaza con el cartel de anónimos; salían con la aureola de héroes. Pues esto es, ni más ni menos, la Compañía Nacional de Danza 2 (CND 2): la oportunidad artística de 12 bailarines con edades comprendidas entre los 18 y 21 años de desarrollar con garantías su talento.

Estos jóvenes sorprendieron a propios y extraños el día de su presentación en el teatro Albéniz (Madrid). Han pasado 11 meses, 37 funciones y giras por teatros y auditorios de primera categoría. Y hoy siguen sorprendiendo. Más y mejor. Han ganado en madurez y seguridad escénica y han asimilado la marca de la casa, el sello Duato. Lo demostraron en su Sinfonía india (1984), una obra basada en los rituales de sacrificio de los indios mexicanos, en la ofrenda al Sol de un corazón humano. Bailaron con calidad y rigor esta coreografía rebosante de ritmo y vitalidad.

Compañía Nacional de Danza 2

Maktûb: Patrick de Bana / música árabe-andaluza de los siglos X al XII (estreno en Madrid); Sinfonía India: Nacho Duato / Carlos Chávez; Érase una vez...: Yoko Taira / Joji Hirota y Shoji Yamashiro (estreno absoluto); Halos: Nicolo Fonte / Evan Ziporyn (estreno absoluto). Teatro Madrid, 28 de abril.

La CND 2 ha superado con nota el primer punto de su declaración de intenciones: 'Formar y preparar a los bailarines para la vida profesional'. ¡Misión cumplida! El trabajo desempeñado por Tony Fabre, adjunto al director artístico Nacho Duato, merece los mejores elogios. Estos jóvenes están en disposición de llamar a las puertas de las compañías de danza contemporánea -de hecho, ocho de ellos ya tienen apalabrados contratos en el extranjero; ninguno en la CND titular, ¿por qué?-.

La fórmula Kylián

El modelo ha funcionado históricamente. George Balanchine, uno de los mitos de la danza del siglo XX, fundó en 1934 la School of American Ballet, pilar fundamental en la creación del New York City Ballet. Hoy es una formación de prestigio mundial. Jirí Kylián diseñó en 1978 el Nederlands Dans Theater 2. Hoy es una de las compañías juveniles más afamadas del mundo. Duato sigue al pie de la letra esta fórmula y, como Kylián, ofrece a sus bailarines la oportunidad de coreografiar.

Yoko Taira presenta en Érase una vez..., su primera pieza profesional, un mundo de sueños orientales. Es una obra exquisita: todo sutileza. Esta cuidada miniatura atrapa la sensibilidad japonesa y china, su poética, tan de moda últimamente en Occidente con éxitos como la película El camino a casa, de Zhang Yimou, o el libro Balzac y la joven costurera china, de Dai Sijie. Érase una vez... puede ser el principio de una carrera coreográfica con final feliz.

Patrick de Bana invita al espectador a una boda zíngara en Maktûb. La obra, sencilla en el vocabulario coreográfico y lineal en la estructura, envuelve al espectador con su acertada escenificación. Patrick domina el escenario y crea con las pausas y las respiraciones un clima emotivo.

Halos, de Nicolo Fonte, inspirada en la pintura del Museo Thyssen Bornemisza, en sus vírgenes y santos, es una pieza larga. Y para beber en las fuentes de la inconografía religiosa, con muy poca alma.

Esta CND 2 representa uno de los grandes aciertos de Nacho Duato en su faceta de director artístico. El proyecto merece más apoyo económico y moral. Que los futuros sucesores de Marina Jiménez, Raquel Rey o Benoit Caussé disfruten también de una oportunidad para bailar. Y de cuajar, como en este programa, faenas de dos orejas.

Marina Jiménez, en un momento de la coreografía <i>Érase una vez...</i>, durante el ensayo general.
Marina Jiménez, en un momento de la coreografía Érase una vez..., durante el ensayo general.BERNARDO PÉREZ
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