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Un líder ultranacionalista logra fuertes apoyos en las elecciones de Rumania

Los sondeos de opinión registran en la intención de voto en las elecciones presidenciales y legislativas de mañana en Rumania una irresistible ascensión de Corneliu Vadim Tudor, un ultranacionalista, antisemita y xenófobo, y de su Partido Gran Rumania (PRM). Según los pronósticos, Tudor, un sociólogo y periodista de 51 años, que en su día cantó las glorias del dictador Nicolae Ceaucescu, puede conseguir hasta un 21% de votos en la elección presidencial del domingo.

Si se cumple este pronóstico, Tudor quedaría en segundo lugar, tras el veterano ex comunista Ion Iliescu, de 70 años, a quien las encuestas conceden un 38% de la intención de voto de los casi 17,5 millones de electores rumanos. Esto obligaría a una segunda vuelta, el próximo 10 de diciembre, entre el neofascista rumano Tudor y el ex comunista Iliescu, para decidir quién ocupará la presidencia de Rumanía.Hasta hace poco los políticos rumanos consideraban a Tudor como una especie de payaso por sus opiniones extremistas y su estilo desaforado. Desde hace un mes, Tudor ha iniciado un espectacular despegue en su curva de popularidad. Los sondeos daban a Tudor una votación en torno al 11% hasta el pasado 23 de octubre. Desde entonces, la curva se dispara, hasta llegar a un 21% en el último sondeo publicado ayer en Bucarest.

Con el eslogan "¡Abajo la mafia, arriba la patria!", Tudor parece hallarse en condiciones de capitalizar una buena porción del desencanto en que parecen sumidos los rumanos, tras el fracaso del Gobierno de centro-derecha en los últimos cuatro años. Tudor no tiene el menor empacho en sus debates de estos días de la televisión en soltar frases como "yo creo en el destino mesiánico del pueblo rumano" y "yo he sido creado por Dios para acabar con la pandilla de ladrones que llevaron al país a la esclavitud y al desastre".

En los debates no deja Tudor títere con cabeza. Al actual presidente de Rumania, Emil Costantinescu, lo acusa Tudor de "principal agente de los servicios secretos extranjeros en Rumania" y de "jefe de una red de traficantes de droga". A un hijo de Costantinescu le atribuye, sin la menor prueba, haber "matado y enterrado a varios kurdos en un bosque" cerca de Bucarest. A su posible candidato por la presidencia en la segunda vuelta, Iliescu, lo define Tudor como "viejo comunista" y "trapo del KGB".

La palma de los ataques de Tudor se la lleva el actual ministro de Asuntos Exteriores y también candidato presidencial, Petre Roman. Tudor se refirió al padre de Roman, el fallecido general Walter Roman, ex combatiente de las Brigadas Internacionales en la guerra civil española: "Tu padre fue un general del KGB que llegó a Rumania encima de los tanques del Ejército Rojo". En uno de los debates, Roman acusó a Tudor de colaborador de la Securitate, la policía política del régimen de Ceausescu, el dictador derrocado y ejecutado en diciembre de 1989. Luego Roman dijo que Tudor era un político de palabras crueles y comportamiento cobarde. Tudor replicó: "Escúchame, no estoy dispuesto a recibir cursos de moral de uno de los gánsteres más famosos de la Rumania actual. Tú dices que yo me escondía durante la revolución de diciembre de 1989, pero espera un momentito y verás cómo tendrás que huir en desbandada de este país después de este diciembre, después de las elecciones". Tudor publicó en su revista Politica que hay que gobernar con la metralleta, y publicó una lista de 180 personas, calificadas de traidoras, a quienes amenazó con fusilar en los estadios.

Considera Tudor a los judíos como la fuente de todos los males, acusa a la minoría húngara, nada menos que 1,6 millones de personas, de espías al servicio de Budapest, y preconiza encerrar en guetos al casi medio millón de gitanos que viven en Rumania. En su programa electoral figura la creación de un comité de actividades antirrumanas, a imagen y semejanza del creado en Estados Unidos por el senador McCarthy en los años cincuenta.

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