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El ministro de defensa ruso se rebela contra la reforma de las fuerzas armadas de Putin

El ministro de Defensa de Rusia, Ígor Serguéyev, en una intervención inusitadamente dura, acusó al Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de servir los intereses de EE UU por sus planes de privar a las Fuerzas Estratégicas Nucleares (FEN) de su status independiente y amenazó con dimitir si esos planes se llevan a la práctica. Ante el escándalo provocado por su amenaza, el mariscal Serguéyev dijo que lo habían mal interpretado, pero reiteró su oposición categórica a la subordinación de las fuerzas estratégicas rusas a otras ramas de las Fuerzas Armadas.

"Los intentos de destruir las Fuerzas Estratégicas Nucleares son un crimen contra Rusia y una locura", dijo Serguéyev comentando los planes del Estado Mayor General de subordinar las FEN a la Fuerza Aérea o al mando central del Ejército. "Si este ataque enloquecido contra las FEN tiene éxito, será sin mí", agregó el ministro en unas declaraciones que fueron interpretadas de inmediato como una amenaza de dimisión y como un desafío al propio presidente Vladímir Putin.Las declaraciones de Serguéyev pusieron de manifiesto la profunda división que existe entre la cúpula militar de Rusia. La ira del titular de Defensa ha sido provocada por Anatoli Kvashnín, jefe del Estado Mayor General, ambicioso oficial proveniente del Ejército de Tierra que aspira al control de todas las cuerpos de las Fuerzas Armadas de Rusia y a reemplazar a Serguéyev como ministro.

Serguéyev, en cambio, proviene de las FEN y considera que mantener la independencia de este cuerpo castrense es algo vital para la seguridad de Rusia.

La reorganización de las FEN que se propone actualmente es "en igual medida una imbecilidad criminal y un atentado contra los intereses nacionales de Rusia", según Serguéyev. Las FEN, opina el ministro, son la base de la defensa de Rusia contra un ataque nuclear y no pueden ser relegadas a un "segundo plano". Además, ellas constituyen el fundamento de la doctrina militar recientemente aprobada y si "se destruye las FEN, se destruye la doctrina militar", manifestó.

"¿Qué intereses está defendiendo el Estado Mayor, que se supone es el cerebro de las Fuerzas Armadas?", se preguntó Serguéyev, para responder que los planes propuestos por éste son precisamente los que EE UU quieren realizar en el tratado START-III de reducción de armas nucleares. "Éste es un asunto que atañe no sólo a los militares. Se trata de una cuestión nacional", dijo, y denunció que "los ataques del Estado Mayor contra las FEN se basan en animadversiones personales". "Es indigno que un oficial ruso las lleve a ese nivel", señaló Serguéyev.

Intereses norteamericanos

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Las airadas declaraciones del mariscal se produjeron pocas horas después de que el general Vladímir Yákovlev, comandante de las Fuerzas Estratégicas Nucleares, advirtiera que la reforma propugnada por el Estado Mayor puede convertir a Rusia en "una potencia de segunda fila". La subordinación de las fuerzas nucleares a las convencionales "alterará el equilibrio estratégico" en el mundo, lo que, a su vez, "puede conducir a una interrupción del proceso de negociación", opinó Yákovlev. Como resultado, "Rusia perdería el potencial necesario para responder adecuadamente a EE UU si éste despliega el Sistema Nacional de Defensa Antimisiles y viola el tratado ABM de 1972", concluyó el alto oficial.El proyecto de reforma propugnado por Kvashnín fue presentado anteayer en una reunión del Ministerio de Defensa y el Estado Mayor General, en la que se analizó la crítica situación de las Fuerzas Armadas de Rusia. Éstas, según Kvashnín, han alcanzado su "límite crítico", tras el cual comienza un proceso irreversible e "imprevisible", y la única solución es acometer una reforma radical que debe realizarse para el año 2003.

Kvashnín explicó en esa reunión que no se está cumpliendo la decisión del Kremlin de dedicar el 3,5 % del producto interior bruto (PIB) a las Fuerzas Armadas -no hay suficiente dinero y la crisis económica no ofrece esperanzas al respecto-, por lo que es necesario reducir "a un nivel mínimo aceptable" las fuerzas nucleares.

La reestructuración que propone el Estado Mayor, además de favorecer claramente a las fuerzas convencionales en detrimento de las atómicas, prevé un Ejército de Tierra de 380.000 efectivos, una Fuerza Aérea de 217.000 y una Armada de 185.000 hombres.

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