_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El último viaje de mi amigo Peter

A Peter le gustaba viajar, más allá de esos viajes rituales que cada quince días nos meten en un avión o en un autobús con el destino final de un campo de fútbol para ejercer nuestra profesión. Acabada la temporada, Peter solía planear algún viaje a un país exótico mientras yo enfilaba hacia lugares más habituales de vacaciones. Cuando Peter cayó por aquella catarata de Tailandia, yo me encontraba en la playa de Sopelana (Vizcaya). Era lo previsto: él al otro lado del mundo, yo al lado de casa. Los polos opuestos se atraen. Peter, a primera vista, era un tipo raro, con un carácter muy reservado, eso que algunos llaman un persona difícil. Había que esperar a que abriera su aparente coraza para encontrar al amigo de absoluta confianza que para mí siempre fue.Un vestuario es una reunión de compañeros, pero además uno va encontrando allí algunos amigos sin saber cómo y por qué nace esa afinidad que traspasa el ámbito profesional. Peter era mi amigo en esos grupos naturales que se van construyendo poco a poco y que nos fue reuniendo con Ivan Ania o Unzue, por ejemplo. Esos amigos con los que te reúnes para comer o para jugar al golf, por así llamar a aquellos intentos desesperados de meter la bola en el agujero; para compartir las dudas sobre el futuro o para complacer su afición desmedida por las anchoas, algo que me reclamaba con la asiduidad que sólo un amigo puede permitirse, cada vez que me desplazaba al País Vasco.

Más información
El jugador del Oviedo Dubovsky muere en Tailandia tras caer por una catarata

No sé por qué, pero Peter y yo nos caímos bien desde que llegué a Oviedo hace dos temporadas. Peter era un buen compañero y su condición de extranjero nos permitía evitar algunos gastos suplementarios: él se encargaba de adquirir, en el extranjero, los regalos y nos ahorrabamos el IVA. La pasada temporada nos unió aún más. En los problemas, los amigos se retratan, y nosotros vivimos uno bien grande: nos jugábamos el descenso y ahí nos tuvimos el uno al otro. Ayer, en la playa de Sopelana, bajo el calor, me quedé helado y un poco solo.

Xabier Eskurza es jugador del Oviedo

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_