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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Factura para la CDU

Muchos democristianos alemanes deben de estar renegando de su jefe histórico, Helmut Kohl, y no sólo por motivos de ética política. La contundente sanción económica decidida por el Parlamento contra el partido conservador alemán -tendrá que entregar alrededor de 3.500 millones de pesetas por violar las leyes de financiación electoral y ocultar en bancos suizos donaciones no declaradas- es no sólo la más elevada impuesta nunca en este ámbito, sino que puede llegar a comprometer por la vía práctica las posibilidades electorales de la formación opositora. La poderosa CDU piensa ya en medidas de choque para pagar los 41 millones de marcos, aproximadamente la mitad de lo que recibe cada año del legislativo.Kohl, que casi ha desaparecido de la escena política, admitió el pasado diciembre que desde 1993 su partido se beneficiaba de fondos clandestinos ingresados por donantes anónimos. Y se niega a revelar sus nombres para no quebrar su palabra de honor. Pero, como señalaba ayer el presidente del Parlamento alemán, Wolfgang Thierse, "el respeto a la ley es la base de nuestra democracia, y la ley no prevé nada a propósito de palabras de honor". Al colocar su honor por encima de la Constitución que, como canciller, se comprometió a respetar, Kohl se había causado sobre todo un daño de carácter moral a sí mismo y al partido que en el último medio siglo ha gobernado Alemania durante 37 años. Lo que empieza a estar en juego ahora es el propio mantenimiento del partido, con sus congresos y su burocracia interna. La multa, ha dicho Thierse, puede subir aún más cuando acabe de desentrañarse el laberinto de dinero clandestino erigido durante el reinado del ex canciller.

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El Parlamento alemán multa con 3.500 millones a la CDU por su escándalo contable

El padre de la unificación alemana no ha mostrado signos de arrepentimiento. Su argumento favorito, realmente el único, es que "personalmente" no se ha beneficiado de los fondos recibidos. El razonamiento es especioso. Probablemente nada beneficia más personalmente a un político que poder robustecer su poder a lo largo del tiempo mediante dinero negro. Y aunque es pronto todavía para calibrar el daño infligido por la actitud de Kohl a la democracia de su país, parece evidente que el sistema de partidos ha sufrido un serio revés que los alemanes reflejan confesando mayor desapego por sus políticos. Una de las lecciones elementales que cabe sacar del escándalo, junto con la necesidad de transparencia absoluta de las cuentas partidistas, es que no se debe dar a los gobernantes la oportunidad de perpetuarse en el poder. Aun los más dedicados y altruistas corren el riesgo de perder de vista el entorno, ser cegados por la insolencia o creerse por encima de las instituciones que les permiten mandar.

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