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Australia, en su hora republicana

Los australianos deciden el día 6 en referéndum mantener o no a la reina de Inglaterra como jefe de Estado

El próximo 6 de noviembre, los australianos decidirán si su Federación continúa siendo un sistema constitucional con la reina de Inglaterra como jefe del Estado o si se constituyen en república. El resultado del referéndum es una incógnita.La sociedad australiana actual, profundamente democrática, es un mosaico cultural que busca sus señas de identidad. Hasta después de la II Guerra Mundial, fueron gentes de origen celta y anglosajón las que formaron el grueso de los flujos migratorios. Pero en los últimos 50 años, casi seis millones de habitantes procedentes de decenas de países (sobre todo europeos y más recientemente asiáticos) se han asentado en el país, lo que ha dado lugar a una sociedad étnicamente plural.

La población actual ronda los 19 millones de habitantes, de los que 230.000 son aborígenes con derecho a voto desde 1962. Asimismo, en las últimas cinco décadas, más de 500.000 refugiados políticos y desplazados han sido acogidos en Australia. Desde 1973, Australia adoptó, bajo el Gobierno laborista de Gough Withlam, una política de inmigración antidiscriminatoria y fue a partir de entonces, parafraseando al crítico de arte e historiador australiano Robert Hughes, cuando el país empezó a dejar de ser "básicamente británico".

Al referéndum están convocados los poco más de 12 millones de ciudadanos mayores de 18 años, ya que en Australia el voto es obligatorio. Y como no podía ser de otra forma, la propia ascendencia de los votantes es uno de los elementos que añaden incertidumbre al resultado del plebiscito. Se dice que los australianos de origen inglés votarán a favor de mantener a la reina de Inglaterra como jefe del Estado y que los de origen escocés e irlandés lo harán a favor de la república. Nadie se pronuncia sobre qué decidirán los emigrantes de origen italiano, griego o asiático. Otros analistas afirman que serán la edad o el lugar de residencia lo que determinará el voto. Lo único que ha quedado demostrado en referendos anteriores es que los habitantes del bush (las zonas rurales en el inglés de Australia) suelen ser más conservadores que los de las ciudades.

La forma como se ha planteado la consulta es el otro factor para que nadie se atreva a aventurar un pronóstico. El pasado 12 de agosto, el Parlamento de Australia aprobó la legislación que ha dado lugar a la base del referéndum. Para ello se tuvieron en cuenta las conclusiones de la Asamblea Constituyente que el Gobierno decidió establecer en 1998. La Asamblea estuvo integrada por 152 delegados en representación de la sociedad civil y de los poderes de los seis Estados y dos territorios en que se divide Australia.

Dos son las preguntas a las que deben responder los electores, votando a favor o en contra. La primera propone: "Modificar la Constitución con el objeto de que la Confederación de Australia se constituya en república y la jefatura de Estado la ocupe, en sustitución de la Reina y del gobernador general, un presidente elegido por mayoría de las dos terceras partes de los miembros del Parlamento Federal". La segunda plantea "una ley para modificar la Constitución con objeto de insertar un preámbulo". Dicho preámbulo tendría el fin de reflejar las tradiciones y la idiosincracia que une a la sociedad australiana en torno a la Carta Magna.

La convocatoria del plebiscito ha sido resultado de la presión durante los últimos años de una mayoría de australianos que no está de acuerdo con que la máxima representación del Estado la ostente un ciudadano que no es de este país. Es decir, el debate, en un principio, estaba centrado en un cambio simbólico. Sin embargo, desde que se hicieron públicas las preguntas de la consulta, la cuestión principal se ha situado en el terreno de si el presidente en sustitución de la reina y del gobernador general debe ser elegido directamente por los electores o bien por el Parlamento federal.

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Según el sondeo realizado por la empresa Newspoll para el periódico The Australian entre el 22 y el 24 de octubre, las cuatro últimas semanas la intención de voto a favor del sí ha caído en un 8%, mientras que los partidarios del no suman ahora el 56%. El motivo es que, si bien los partidarios de la república siguen siendo mayoría, muchos de ellos podrían votar no al estar en contra de que sea el Parlamento el que elija al presidente.

El primer ministro, John Howard, líder del Partido Liberal, ha participado abiertamente en la campaña a favor del no. Según su parecer, no hay motivo alguno para cambiar la Constitución porque el sistema actual funciona perfectamente y la independencia australiana con respecto a la corona inglesa es una realidad, tal como ha quedado de manifiesto a raíz de la intervención de este país en Timor Oriental. El Partido Nacional, con el que el Partido Liberal gobierna en coalición, coincide con estas tesis.

En cambio, el Partido Laborista, en la oposición, defiende el sí. Su líder, Kim Beazley, es partidario de que sea un australiano o australiana quien ocupe la jefatura del Estado. Y a las objeciones sobre la forma en que se ha planteado la elección del presidente, ha respondido que, si gana el sí, hará lo que esté en su mano para convocar otra consulta que decida cómo deberá ser elegido.

De momento, y a una semana del referéndum, lo único que parece claro es que la reina de Inglaterra visitará Australia el próximo otoño (primavera en Europa) y que no inaugurará los Juegos Olímpicos de Sidney en septiembre del año 2000.

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