_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

De risa

MANUEL PERIS Con un espectáculo como este lo inteligente es reírse. Lo malo es que esto no es El club de la comedia, sino el PSPV-PSOE y uno debe ser bastante idiota tomándose aún mínimamente en serio a semejante pandilla de payasos aficionados. Manda Zaplana. La derecha valenciana está pletórica y unida. Se ha desembarazado de aquel caduco regionalismo lizondista que utilizó como ariete contra la izquierda y que acabó convertido luego en el gran gorrón del reparto del pollo de Gobierno. Antes del penúltimo espectáculo de los socialistas, Zaplana les había infringido democráticamente una brecha electoral de catorce descomunales puntos abiertos en canal y sin ningún viso de sutura. Hoy la brecha electoral puede que sea un boquete mayor que el que reventó la presa de Tous y que acabe llevándose los restos del naufragio socialista, en cuya sede sólo falta por colgar el cartel de hasta aquí llegó la riada. Así, en medio de tamaña tempestad en la izquierda y con semejante clima de bonanza para la derecha política y económica, no es de extrañar que sea ahora cuando haya podido producirse el relevo en la dirección de Las Provincias. Un relevo que, según la propia empresa editora, el "agiornamento" empresarial reclamaba. En cierta ocasión Fernando Abril Martorell le dijo a un periodista sorprendido por el repentino cierre de un rotativo madrileño: "No te engañes; hoy muchos periódicos son como las viejas mesnadas de la Edad Media, se organizan y se arman para guerras concretas; luego se les puede tener en la reserva una temporada para otra batalla o sencillamente, disolverlos". El otrora todopoderoso vicepresidente del Gobierno sabía también muy bien de lo que hablaba porque entre otros méritos fue, junto con Emilio Attard y Manuel Broseta, uno de los "señores de la guerra" que organizaron la llamada batalla de Valencia en la que sumergieron, con la inestimable ayuda de Las Provincias, a buena parte de esta sociedad. Hoy no sólo la batalla ha concluido y la transición ha terminado, sino que Zaplana se enfrenta a la paz de los cementerios en los que se ha sumergido, motu proprio, la supuesta oposición socialista enzarzada en su particular batalla fratricida. Posiblemente y llegado el PP a este punto de gloria, Zaplana cometerá más errores de la cuenta porque uno, para ser y sobre todo para representar lo que quiere o dice ser, también necesita de sus adversarios. Y si no que se acuerden de aquellos que "murieron de éxito". Porque a fin de cuentas la democracia consiste en eso, en un equilibrio de contrapesos. Por algo, desde la Ilustración, la democracia e incluso la felicidad, siempre han ido unidas a la idea de tolerancia. Satanás, un joven ángel creado por Mark Twain en El forastero misterioso, sostiene que ante el asalto de la risa nada se sostiene en pie. Y ante la inutilidad de otros artefactos, recomienda el humor como arma. Puede que hoy los socialistas valencianos, ayunos de líderes y sobre todo de ideas, no tengan más armas morales que la risa. Lo malo es que, como ya advertía el Satanás de Twain, para usar el humor hace falta tener inteligencia y valor. De momento la nueva gestora puede empezar regalándole unos zapatos de la talla 85 a Cipriano Císcar, el resto del atuendo lo lleva puesto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_