2.500 víctimas, en contra del caos legislativo
Una asociación ofrece asesoramiento legal a los que sufren ataques de animales
No son fanáticos. Sólo están comprometidos con una causa: conseguir que las administraciones regulen la posesión de perros. La Asociación Nacional de Víctimas de Animales (ANVA) es la única que defiende en España a los que saben lo que duele una dentellada. Funciona desde febrero y ya tiene 2.500 asociados.Sus fundadores han sido víctimas de ataques: cada uno con una historia detrás de su cicatriz. Saben que el perro es el mejor amigo del hombre. No quieren demonizarlo. Piden que acabe el caos legislativo que regula su posesión.
Todo surgió por casualidad. Tomás Fernández, un abogado de 27 años, propietario de un fox terrier, fue atacado el año pasado por un can mientras corría por el campo. Siete puntos de sutura. La herida no fue lo que más le dolió. Le indignó que se tratase de una agresión anunciada: el animal ya le había acechado en otras ocasiones, y Fernández pidió a su dueño que lo atara. Ni caso. Acudió a la policía local. "Lo que puede hacer es darle una patada en los huevos", le dijeron. La impotencia y el desamparo han sido su principal acicate para poner en marcha la asociación.
El destino hizo que conociera a María del Carmen Fernández, la actual presidenta de la asociación. Ella es médico y se encontraba de visita en un pueblo de Asturias cuando un pastor alemán se abalanzó sobre ella y le dió varias dentelladas. Más de 30 puntos de sutura. Pero, nuevamente, la cicatriz fue más profunda: la agresión se produjo a escasos metros de un colegio, donde jugaban multitud de chavales. Tomás Fernández llevó el caso de María del Carmen Fernández ante los tribunales. Y juntos fundaron ANVA.
En poco tiempo se les unieron voluntarios, como Fernando Valle, el delegado de la asociación en el País Vasco. Su hija Adhara, de cinco años, esperaba en marzo el autobús con su madre cuando dos rottweiller se escaparon de un chalé cercano. Arrebataron a la niña de los brazos de su madre. La mordieron en los muslos, en la espalda, el culo y la rodilla. Cinco meses después a Adhara sólo le queda el recuerdo de siete cicatrices. Pero su madre no ha superado el trauma y continúa en tratamiento psiquiátrico.
La asociación de víctimas pretende, por un lado, lograr una legislación que se equipare a la de otros países europeos como Reino Unido y Francia, donde el Estado posee un censo riguroso de estos animales; por otro, asesorar jurídicamente a las víctimas. Pero que nadie se llame a engaño: los estatutos de la asociación prohíben que sus abogados defiendan a las víctimas en los tribunales, para evitar que se les tache de oportunistas. Sus trabajadores tampoco cobran ningún tipo de salario.