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Gidon Kremer, en Peralada

Enemigo de las convenciones, apasionado defensor de los compositores de su tiempo e infatigable explorador de nuevos repertorios, el violinista letón Gidon Kremer (Riga, 1947) lleva tres décadas paseando por el mundo su original, enigmático e innovador talento. En 1981 convirtió la pequeña localidad austriaca de Lockenhaus en el santuario moderno de la música cámara con una programación llena de fantasía, humor y creatividad. Allí fundó en 1992 su orquesta de cámara, la Kremerata Báltica, con la que ofrece esta noche en el Festival de Peralada un refrescante concierto que une en el tiempo Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi y las de Astor Piazzola. A Gidon Kremer, el más polémico virtuoso de la escuela violinística rusa, le encanta sorprender al público con propuestas musicales que rompen los perniciosos límites del repertorio tradicional. Y la velada que hoy propone ilustra su insaciable afán renovador uniendo la partitura barroca más célebre de la historia y Las cuatro estaciones porteñas, en las que el desaparecido compositor argentino Astor Piazzola, inventor del tango moderno, recrea los diferentes estados de ánimo que los cambios climáticos provocan en los habitantes de Buenos Aires. La apuesta por la música contemporánea es una de las señas de identidad de la Kremerata Báltica, que en Peralada abrirá el concierto con una partitura del compositor letón Peteris Vasks, Música dolorosa para cuerdas, escrita en 1983, después de la muerte de su hermana.-J. P. S.

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