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GUERRA EN YUGOSLAVIA Los vencedores

Los aliados multiplican las atenciones con China para evitar un veto

Pekín vuelve a ser objeto de todas las atenciones. China, humillada por el desprecio con el que se le ha tratado durante toda la campaña de la OTAN en Yugoslavia y profundamente ofendida por el bombardeo de su embajada en Belgrado, efectúa su regreso a la escena en el marco del fin de la guerra. Los aliados multiplican los gestos de deferencia para que Pekín no utilice su derecho de veto en la resolución de la ONU sobre el conflicto de Kosovo.Tras la visita a Pekín el lunes de Guenter Pleuger, director político del ministerio alemán de Asuntos Exteriores, el presidente finlandés, Martti Ahtisaari, estuvo ayer a la capital china. El fin de semana, Gerhard Schröder, el canciller alemán, habló por teléfono con el primer ministro, Zhu Rongji.

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Formalmente, el régimen de Pekín ha sido sensible al despliegue . Esta dimensión puramente psicológica no es despreciable, en la medida en que China siempre ha aspirado a ser consultada, incluso cortejada, como ocurrió en la crisis financiera de 1998, cuando los países desfilaban por Pekín para suplicar al Gobierno que no devaluara el yuan.

En cuanto al fondo de la cuestión, China no ha variado. Para que dé vía libre al Consejo de Seguridad plantea dos condiciones. Primero, que se detengan los bombardeos. Y segundo, que Yugoslavia asuma el acuerdo al que se llegue. China, que considera intangible la soberanía de los Estados, no avalaría nunca una iniciativa de la OTAN que fuera una imposición sobre Milosevic.

Esta doble condición sitúa a China en una posición potencial de complicar la resolución de la crisis en la ONU, pero en las cancillerías occidentales en Pekín hay un prudente optimismo. "Se puede, razonablemente, pensar que Pekín se dispone a mostrar un espíritu de cooperación", según un diplomático europeo.

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