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Entrevista:

"En Argelia existe el riesgo de una explosión social"

Artífice de la organización de las recientes elecciones presidenciales en las que fue elegido Abdelhaziz Buteflika, el jefe de gobierno goza de la confianza del nuevo presidente

ENVIADO ESPECIALSu principal misión consistió en organizar las elecciones presidenciales de abril pasado y, según él, la ha cumplido "satisfactoriamente", a pesar de que seis de los siete candidatos se retirasen 48 horas antes de los comicios. El elegido, el presidente Abdelaziz Buteflika, debe también estar contento con la labor porque le mantuvo en el cargo, y en Argel se rumorea con insistencia que Smail Hamdani, de 69 años, seguirá siendo primer ministro más allá de julio, cuando la capital acoja la cumbre de la Organización de la Unidad Africana.

Si es así tendrá otra importante tarea por delante, evitar una explosión social de la población argelina que durante estos últimos años de violencia islamista se ha visto obligada a apretarse el cinturón. "Me preocupa", reconoce Hamdani en una entrevista con EL PAÍS. "El riesgo de explosión social ya existe. Evitarlo depende de dos cosas. Primero, el ciudadano debe notar que empieza a disfrutar de una administración ecuánime, de una justicia ecuánime, etcétera. Si palpa un nuevo ambiente aceptará mejor algunas penalidades. En segundo lugar hay que dialogar con el mundo del trabajo y promover un pacto social". Hamdani, de 69 años, lleva sólo seis meses de jefe de Gobierno pero tiene tras de sí una larga experiencia política. Fue en los setenta asesor del presidente Huari Bumedián, estuvo al frente de las embajadas en Madrid, Estocolmo y París y fue también viceministro de Exteriores. Su carrera se desarrolló casi toda en tiempos del partido único, pero, aun así, el diario Liberté le describe como un hombre sin vínculos con ningún partido. Es, ante todo, un hombre del aparato.

El temor a la estampida social explica, acaso, que la liberalización económica se haga en Argelia a paso de tortuga. "Hay que modular la velocidad de introducción de reformas para no romper bruscamente los equilibrios", admite Hamdani. "A través de la protección social hay también que atemperar las desigualdades que surjan. Dicho esto tenemos voluntad de privatizar, pero ¿dónde están los inversores que compren lo que vendamos? No los veo". Durante sus primeros cuatro meses se dedicó a organizar unas elecciones con múltiples candidatos y al final, el 15 de abril, sólo se presentó uno, Buteflika. Hamdani rechaza esta visión "restrictiva". "Hubo siete candidatos que desarrollaron su campaña hasta el final y sin cortapisas. En el último momento seis de ellos estimaron, supongo, que la victoria no estaba a su alcance y se retiraron. La ley no se lo permitía. Por eso en los colegios electorales hubo siete papeletas y el escrutinio se hizo con siete candidatos. Las elecciones fueron pluralistas. Los seis ausentes infringieron la ley y, sobre todo, rompieron un contrato moral con el sufragio universal".

El incidente desluce, en todo caso, la imagen que pretende dar el Gobierno de una Argelia deseosa de adentrarse por la senda democrática. Hamdani le resta, sin embargo, importancia: "No hay que situarse en la perspectiva de un europeo que, en general, pertenece a una sociedad con una larga trayectoria democrática. Aquí no hemos tenido esa cultura. Entre los países de nuestro entorno es normal que gobierne un monarca absoluto, el candidato único a las elecciones o que el poder haya sido conquistado a la fuerza. En Argelia, afortunadamente, hemos superado esa situación".

Mes y medio después de su elección Buteflika pronunció, la semana pasada, su primer gran discurso y, según la mayoría de la prensa privada, hizo una buena descripción del estado calamitoso del país pero apenas propuso remedios. El primer ministro cree que la crítica no está justificada. "Hizo una exposición y dio orientaciones. Ése es su papel, según la Constitución. Las medidas prácticas es el Gobierno el que las toma. En algunas materias ya ha dado instrucciones -reforma fiscal y del sector financiero- y estamos trabajando en ello".

Desde hace un año la violencia islamista ha disminuido, pero aún persiste con carácter endémico, sobre todo fuera de las grandes ciudades. "El terrorismo no amenaza ya la estabilidad política", resalta Hamdani. "Sufrimos de vez en cuando atentados, pero no nos impiden trabajar. El debilitamiento de la violencia obedece a una razón fundamental: su creciente rechazo por la población. Por eso soy optimista. Ahora bien, los atentados perpetrados por individuos aislados son muy difíciles de evitar".

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A pesar de la mejoría no es proclive a la indulgencia con los islamistas encarcelados como Abasi Madani o Ali Belhadj, que no empuñaron las armas, o con los que las depusieron. "Nadie está en la cárcel por simpatizar con la ideología del antiguo Frente Islámico de Salvación, sino por infringir la ley. El presidente Buteflika ha sido elegido en base, entre otras, a la idea de reconciliación que figura incluso en su programa. Puede implicar alguna medida de gracia o de reducción de la condena. A él le corresponde tomarla si considera que ha llegado el momento".

La guerra civil larvada que ha vivido Argelia causó, según calculan ONG independientes, entre 70.000 y 100.000 muertos desde 1993, pero Hamdani rehusa dar cifras: "Mi precedesor, Ahmed Uyahia, evaluó hace dos años en 30.000 los muertos. No he hecho cálculos para actualizar el dato". Amnistía Internacional (AI) asegura, por su parte, que las fuerzas de seguridad han hecho desaparecer a 3.000 personas, algo que Hamdani rechaza. "Hay familias que declaran que uno de los suyos ha desaparecido. El Estado abre una investigación. A veces el desaparecido se ha incorporado a una banda armada. Es verdad, sin embargo, que hubo excesos sobre el terreno. Los responsables han sido detenidos y juzgados. De todo esto no se escribe lo suficiente en Europa".

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