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TENIS Torneo de Roland Garros

Graf, campeona por sexta vez

La jugadora alemana ganó a Hingis y anuncia que éste será su último torneo en París

La insolencia y la soberbia le pasaron factura a la suiza Martina Hingis. La número uno del mundo pretendió luchar no sólo contra Steffi Graf, sino también contra las 16.500 personas que llenaban la central ayer en la final de Roland Garros. A sus 18 años, soportó la respuesta agresiva del público a sus provocaciones y tuvo en la mano el único título del Grand Slam que le falta. Pero cuando casi lo rozaba, su fuerte y dura mentalidad se quebró y surgió la niña que lleva dentro, perdió los papeles y acabó derrotada, destrozada y llorando en el hombro de su madre.Hingis lo perdió todo. El partido (4-6, 7-5, 6-2 en 2 horas y 24 minutos) y una parte de su aura de gran campeona. Y el público recuperó a su heroina, una tenista de las más grandes de la historia, que logró su 6º título en París (a uno de Evert) y que eleva a 22 la cifra de grand slams en su palmarés (está a dos del récord de Margaret Court, la más titulada). Volvió a encontrarse con Graf, rozando los 30 años, y le pareció que el tiempo no había pasado. Pudo disfrutar de aquel drive potente, veloz, preciso, que puso punto final a la jerarquía de Chris Evert y Martina Navratilova en la década de los 80, y que ha marcado incuestionablemente la de los 90. Graf anunció minutos más tarde, que éste había sido su último torneo de Roland Garros.

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Una final de resucitados

La final no la decidió ni la derecha de Graf, ni los potentes golpes de fondo de Hingis, ni siquiera los múltiples errores de una y otra (42 la suiza y 37 la alemana). El partido adquirió tintes dramáticos desde el comienzo de la segunda manga y se convirtió en una batalla psicológica de extrema dureza. Esa fue la batalla que perdió Hingis. Y ahí pagó su soberbia, ya que fue ella y no Graf quien provocó no sólo aquel estado de cosas sino también la reacción de un público, de por sí volcado con la alemana.

Sentaron mal las declaraciones de la suiza antes del partido despreciando a Graf y llamándola incluso "vieja y caducada". Pero, cuando el público tuvo una reacción fulminante y devastadora contra la suiza, fue cuando Hingis discutió incluso con vehemencia una bola intrascendente, ganando por 6-4 y 2-0 en la segunda manga.En el primer punto del tecer juego, Hingis colocó una bola en la escuadra izquierda de Graf, que le cantaron mala. Su actitud fue insolente. No sólo la discutió sino que, saltándose todas las normas, traspasó la red y fue a marcarla a la juez de silla. Aquello le valió una pitada y la segunda advertencia (la primera fue por romper una raqueta), lo que le supuso la pérdida de un punto.

Hingis demostró una fortaleza mental fuera de toda duda y recuperó la ventaja para colocarse con 5-4 y servicio. Sacó, pues, para el partido. Y estuvo a tres puntos de lograrlo. Pero allí la tensión pudo con ella. Cuando Graff ganó la segunda manga, Hingis deambuló sin ton ni son por la pista hasta que llegó la primera bola de partido. Y ahí hizo algo increible: sacó de cuchara (por debajo, como si pegara un golpe) para sorprender a Graf. Lo logró aquella vez, pero no la segunda. Y perdió mal, no como una auténtica campeona.

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