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Entrevista:MIQUEL SIGUANSOCIOLINGÜISTA

"Lo importante para la normalización lingüística es que haya concordia"

Naiara Galarraga Gortázar

La Unesco trabaja en una radiografía sobre las lenguas en el mundo que espera tener en el año 2001. El sociolingüista y psicolingüista Miquel Siguan (Barcelona, 1918) participa esta semana en Bilbao en un seminario sobre el proyecto organizado por la delegación en Euskadi de la Unesco, encargada de la parte operativa del informe. Pregunta. ¿Cómo ha evolucionado la España plurilingüe? Respuesta. Como en Cataluña y el País Vasco ha habido gobiernos nacionalistas, comprometidos con la lengua, es dificíl imaginar que se pudiese haber hecho más sin romper el consenso social. En Baleares se ha hecho poco desde el Gobierno y en Valencia, menos. Galicia es un caso curioso. Aunque el signo político del Gobierno no ha cambiado, ahora hace más en favor del gallego que hace 20 años. P. ¿Está convencido de que el consenso social no se ha roto? R. No conozco de cerca el caso vasco. En Cataluña ha habido ciertos roces. Y ciertas ilusiones puestas en la enseñanza en catalán han demostrado ser sólo ilusiones. P. ¿Por qué? R. La idea era que en cuanto la enseñanza fuera en catalán, aunque en casa se hablara en castellano, los niños se convertirían en catalanohablantes. La pura verdad es que aprenden a hablarlo, pero continúan teniendo el castellano como primera lengua. P. Sucede también en Euskadi. R. Es normal. Cambiar de primera lengua es muy difícil. Ocurre pocas veces y en situaciones muy concretas. Normalmente, la escuela no basta para cambiarla. Creo que en el País Vasco hay parejas que por una motivación patriótica han decidido convertir el euskera en su primera lengua y que con sus hijos hablan euskera. En Cataluña está ocurriendo, aquí no sé, que niños de nivel popular interiorizan que el catalán es la lengua de la escuela, algo más o menos artificial. P. ¿Cuál es la frontera entre la promoción de una lengua y la discriminación del que no la habla? R. Esto es muy subjetivo: una una cosa es la discriminación que existe y otra, la sensación que tenga cada persona. P. Varios abogados euskaldunes sostienen que la traducción en un juicio vulnera los derechos del acusado. ¿Comparte su opinión? R. Si hay un clima de concordia estos problemas deberían ser mínimos. Porque es evidente que el proceso de normalización de una lengua no se puede hacer ni en 24 horas, y en muchas cosas, ni en 24 años. No puedes esperar que en equis años todos los jueces del país aprendan una segunda lengua. Todo tiene un ritmo, y si hay un clima de concordia es posible ponerse de acuerdo sobre este ritmo. Si no lo hay, los unos siempre creerán que es excesivo y los otros que es demasiado lento. P. ¿Se puede llegar a ese clima de concordia cuando a diario se utiliza el idioma como arma? R. He aprendido, no aquí sino en todas partes, que las cuestiones de lengua son extraordinariamente vidriosas, suscitan pasiones. Para la normalización lingüística, más que la discusión sobre éste o aquel problema concreto, lo importante es que haya un clima de acuerdo y de concordia social. P. ¿Cómo se logra? R. Los seres humanos deberían aprender que han de vivir juntos y que para eso la tolerancia es esencial. P. Una vez hecha la radiografía mundial de las lenguas, ¿qué? R. Debería servir para aumentar estos niveles de tolerancia, dar mayores posibilidades a las lenguas menores y a las sociedades plurilingües, y para que se acepte como normal la convivencia de varias lenguas. P. ¿Cómo será el mapa de las lenguas en España en 50 años? R. Creo que lo hecho es irreversible. Así que mi pronóstico, yo ya no estaré para verlo, es que las cosas serán parecidas en lo esencial. Y, probablemente, tan complicadas como ahora.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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