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Una técnica española contra el Parkinson se revela eficaz en monos Primeros ensayos clínicos en humanos

Una técnica de trasplante contra el Parkinson, ideada por el equipo científico de José López Barneo, de la Universidad de Sevilla, ha mostrado una gran eficacia en monos de experimentación, lo que aumenta enormemente la probabilidad de que funcione en pacientes humanos. De hecho, la primera prueba clínica en una persona se inició hace dos meses, y el paciente está experimentando una "continua mejoría", según el investigador.

Los investigadores necesitaban confirmar en un modelo más parecido a los humanos lo que ya habían probado con ratas el año pasado: que el trasplante al cerebro de células de los cuerpos carotídeos, unas pequeñas glándulas situadas en el cuello, para reemplazar a las neuronas deterioradas de la llamada sustancia negra, causantes de la enfermedad de Parkinson, lograba aliviar la enfermedad de forma muy eficaz y estable. La experiencia pudo llevarse a cabo gracias a la neuróloga Rosario Luquin, de la Clínica Universitaria de Navarra, que les facilitó dos monos parkinsonianos, que se adaptaban perfectamente al perfil que López Barneo necesitaba.

La enfermedad de Parkinson, de origen desconocido, se produce como consecuencia de la destrucción de un grupo de neuronas productoras del neurotransmisor dopamina. Afecta al 1% de la población mayor de 65 años y los síntomas más conocidos son temblores, dificultad para realizar movimientos y rigidez muscular.

A López Barneo y su equipo se les ocurrió hace diez años realizar investigaciones con las células del cuerpo carotídeo, debido a que éstas células producen y liberan grandes cantidades de dopamina. Los científicos sospecharon que un trasplante de estas células a la sustancia negra podría mejorar los síntomas de los enfermos de Parkinson.

Y así lo hicieron. Primero emplearon ratas y los resultados fueron espectaculares (ver EL PAÍS del 26 de febrero de 1998). Un año después lo han repetido con monos, a los que previamente se les habían provocado un Parkinson crónico, muy parecido al que sufren los seres humanos. En pocas semanas la mejoría fue evidente. Pero lo más espectacular, quizá, según López Barneo, es la capacidad de supervivencia que las células del cuerpo carotídeo tienen en un lugar como el cerebro, donde la mayoría de los trasplantes sobreviven muy mal, debido a la escasez de oxígeno que caracteriza al entorno cerebral.

Los investigadores han constatado que las células del cuerpo carotídeo no sólo no mueren, sino que activan a aquellas otras que permanecen dormidas o que están en trance de desaparecer. "Hemos descubierto que el trasplante de células del cuerpo carotídeo, además de suplir el déficit de dopamina, actúa como un medicamento. Y eso nos abre infinidad de posibilidades de investigación".

Y también de hipótesis, porque ahora falta saber cuánto tiempo va a durar esa mejoría. Y qué niveles de curación alcanzará el enfermo, en el caso de que se generalicen los trasplantes en humanos. De momento, el equipo de investigación está realizando el seguimiento a ratas que llevan más de ocho meses con células del cuerpo carotídeo implantadas. "Sin que por el momento hayan muerto estas células, lo que nos permite albergar grandes esperanzas", dice López Borneo, que asegura que "a nivel técnico, la cirugía del trasplante para aliviar el Parkinson está resuelta".

Otra gran ventaja de la técnica es que se trata de un autotrasplante [el donante y el receptor son el mismo individuo], lo que elimina por completo los problemas de rechazo. La extirpación de un solo cuerpo carotídeo es totalmente inocua.

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