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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Arrepentido

Tengo 22 años, soy estudiante de cuarto curso de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid y llevo jugando al fútbol desde los seis años. El pasado domingo 29 de noviembre fui el desafortunado protagonista de una fea acción de la cual me siento profundamente arrepentido; tanto es así, que ni siquiera se lo he contado a mis amigos. Ocurrió durante la segunda parte del partido que disputábamos mi equipo, el AD Fundación, contra el Hoyo de Manzanares. Pasado el minuto 35, jugando nosotros con dos jugadores menos y ganando por dos goles a uno, un compañero mío sufrió un golpe en la cabeza y quedó tendido en el suelo, junto al banquillo visitante. Yo me encontraba en la banda contraria a la jugada y pensé que lo único que ocurría es que estaba cansado. La jugada continuó unos segundos hasta que todo el mundo se quedó quieto, incluso el jugador del equipo contrario que se encontraba a mi lado con el balón a los pies. Entonces yo le arrebaté el balón y lo único que vi fue la portería contraria y al árbitro con los brazos levantados en señal de que continuara. Marqué a puerta vacía, ya que el portero se dirigió a atender a mi compañero. No sé qué es lo que me llevó a actuar de ese modo, quizás la tensión del partido, unido a algún comentario de algún contrario recriminándole a mi compañero que no se tirara, a pesar de lo cual no hay justificación posible por mi parte. Lo cierto es que no se había tirado, sino que recibió un golpe en la nuca que le hizo perder el conocimiento. Tras lo sucedido, recibí toda clase de recriminaciones por parte de los jugadores del Hoyo de Manzanares, la mayoría debidamente merecidas (tengo que señalar que recibí insultos de índole racista que no venían para nada a cuento).El resto del domingo lo pasé pensando en lo sucedido durante el partido, y no tardé mucho en darme cuenta de la gravedad de mi comportamiento. Tanto es así que por la noche me levanté de la cama y me puse a escribir una carta pidiendo perdón a los jugadores del Hoyo de Manzanares, por mi antideportiva actitud, carta que mandé a su presidente y espero que éste la haya entregado a su plantilla.

Así, pues, quiero aprovechar esta oportunidad para disculparme tanto con los propios jugadores del Hoyo de Manzanares como con todos los jugadores y aficionados al fútbol que hay en este país, y mostrar mi profundo arrepentimiento por los hechos ocurridos el pasado domingo 29 de noviembre. Desde aquí reivindico mi derecho a equivocarme, y puedo asegurar que he aprendido de mi error. Además, quiero romper una lanza a favor de mi entrenador, ya que cuando cogí el balón, no le oí, y a favor del árbitro, que, a pesar de no parar el juego, el gol lo marqué yo, y nadie más que yo es el culpable.

Por otro lado, quisiera dar mi versión de los comentarios del señor presidente del Hoyo de Manzanares a Radio Voz, en los cuales dice que la acción ocurrió en el minuto 60 del partido, con resultado de uno a uno, lo cual en este momento no importa. Asimismo, se ha dicho que celebré el tanto con mis compañeros de manera jocosa, lo que no es cierto.

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En otro orden de cosas, me gustaría recriminar al periodista por su artículo publicado en EL PAÍS el domingo 6 de diciembre, y más en concreto, por la siguiente frase, que copio textualmente: "... Era el gol de la tranquilidad para el Fundación, equipo al que se le cayó el apellido de Generalísimo tras la muerte del general Franco y cuyo estadio se llama Fuertes Villavicencio". Este comentario no tiene ninguna razón de ser, ya que lo único que queda en la Agrupación Deportiva Fundación de Peñarol del régimen dictatorial es el nombre del campo, el cual no es posible cambiar, al igual que ocurre en muchas localidades españolas con el nombre de algunas calles, plazas y avenidas. Además, quisiera aclararle que tanto mis compañeros como yo hemos sido educados en la democracia, y que tales comentarios pueden ser malinterpretados por los lectores, pudiendo vincular, tanto a mis compañeros como a mí, con ideologías ultras que para nada compartimos. Sin nada más que añadir, me despido, deseoso de que sean aceptadas mis disculpas por todos, aficionados y, sobre todo, jugadores.-

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