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Entrevista:

"Se necesita aprendizaje tecnológico, diálogo socrático y acumulación de conocimientos"

Goéry Delacôte es un físico que ejerce ahora como director del Exploratorium de San Francisco (EEUU), el más emblemático Museo de la Ciencia que existe actualmente, fundado en 1969 por Frank Oppenheimer, hermano del padre de la bomba atómica. "En educación se necesita aprendizaje de la tecnología, diálogo socrático y acumulación de conocimientos", según este francés, que fue uno de los fundadores del Museo de las Ciencias de La Villette, de París.A principios de esta década, cuando ejercía la docencia en su cátedra parisina de Física, recibió la oferta de dirigir el Exploratorium. Su curiosidad, y el hecho de que le suponía trasladarse al centro donde se acumula la producción de la tecnología más avanzada del planeta, le llevó a aceptar el reto. Ahora puede decirse que Delacôte es ya un híbrido con un pie a cada lado del Atlántico, lo que le confiere la especial visión que, más que de la crítica, procede de un delicado equilibrio inestable. De esta experiencia americana ha salido el libro Enseñar y aprender con nuevos métodos (Gedisa), cuyo subtítulo, La revolución cultural en la era de la electrónica, deja bien claras sus intenciones de revisar el mismo concepto del saber y del aprendizaje.

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Pregunta. Su libro no contiene ni una sola mención a lo que se entiende por la cultura humanística. ¿No le parece necesaria para poder seleccionar entre el aluvión de información?

Respuesta. Las referencias a Platón y Aristóteles las dejo a otros que saben más. Pero los filósofos, o incluso la gente que trabaja en el campo de la literatura, a menudo no están preparados para enfrentarse a las novedades a las que yo me refiero. En Estados Unidos, en estos momentos, sólo hay acción, producción de mera tecnología, todo va muy rápido. No hay un discurso global sobre cómo lo usamos para la sociedad. Yo vivo en California y me pregunto todas estas cosas. Pienso que se debe abrir el debate. Es una invitación para conocer basada en la experiencia.

P. ¿Cuáles son los conceptos básicos que hay que aprender?

R. En el campo de la ciencia creo que hay conceptos más importantes que otros. El principio de Arquímedes, por ejemplo, aquel que dice que todo cuerpo sumergido en un líquido experimenta un impulso, etcétera, etcétera, lo conoce casi todo el mundo, pero creo que hoy en día es más importante, por ejemplo, el principio de la existencia de las células. Tomo este ejemplo porque me parece evidente que no se puede explicar todo y hay que tomar opciones. Hay que seleccionar. Si queremos entender lo que es el cáncer, tenemos que entender lo que son las células, tenemos que saber que las células están diseñadas para morir, pero que en el momento en que una célula se cree eterna, entonces los que morimos somos nosotros, porque es cuando se produce el cáncer. Para enseñar lo que hay que hacer es abrir la posibilidad de ir saltando de una cosa a otra, que un descubrimiento nos lleve a la siguiente pregunta. Pasar del concepto de la célula al de la evolución, al de las fuerzas de la naturaleza, al medio ambiente, a la genética y así.

P. Pero actualmente hay una tendencia que insiste en que es necesario un previo aprendizaje de la lógica, sea con el latín, sea con las matemáticas.

R. Por supuesto, pero el aprendizaje no es sólo el de la lógica. También hay que añadirle el de la experiencia. Arquímedes es una experiencia cada vez que uno se mete en una bañera. Yo defiendo la pedagogía de la sorpresa a través de la experiencia. Aprender es poner a la gente frente a experiencias diferentes a lo corriente para sorprenderles y hacerles ver las paradojas de la experiencia. Aprender es abrir la puerta a la curiosidad, poner en movimiento el espíritu a partir de una experiencia paradójica. Siempre hay una explicación. De modo que saca a la luz una serie de conceptos. El saber es algo que permite pasar de un tipo de historias a otras.

P. ¿Incluido el incierto mundo de las hipótesis?

R. Las hipótesis están en la frontera del saber. Interrogamos a la naturaleza cuando hacemos una hipótesis.

P. Pero los alumnos quieren seguridades. ¿Cómo introduce el concepto de que la ciencia no siempre tiene respuestas?

R. Los niños tienen necesidad de construirse una identidad a partir de respuestas fijas. Pero debe haber un equilibrio entre afirmaciones y preguntas. Es un equilibrio muy sutil, se trata de propiciar una desestabilización confortable. Pero los maestros y profesores no están muy preparados para ello. A menudo se transforman en repetidores. Cierto que siempre quedan algunos que se sienten atraídos por una aventura intelectual más ambiciosa. La extensión del sistema educativo y su gran amplitud ha hecho que los profesores tengan que jugar con un sistema diferente. No quiero decir con esto que haya que volver atrás en la extensión de la educación, pero hay que preguntarse cómo se puede reintroducir este aspecto.

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