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CUMBRE DEL CLIMA

La reunión de Buenos Aires aplaza las principales medidas de reducción de gases

Hasta el 2000 no estarán listos los mecanismos que pondrán en marcha el acuerdo de Kioto

El resultado de la cumbre del clima que ayer finalizó en Buenos Aires fue el que se veía venir: como un mínimo sin el cual muchos delegados no podían irse a casa tan campantes. Se aprobó un plan de acción con fecha límite (el año 2000) en el que deben estar bien definidos los mecanismos enunciados en el Protocolo de Kioto, aprobado hace un año, sobre reducción de gases de efecto invernadero que acentúan peligrosamente el calentamiento del planeta. En resumen, un aplazamiento de las medidas de mayor peso para quienes esperaban avances ahora.

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ENVIADA ESPECIAL"La situación ahí fuera básicamente no ha cambiado: el cambio climático es tan importante como siempre. El calentamiento global sigue siendo una seria amenaza para el futuro de nuestro planeta. Pero seguimos en la brecha para solucionar el problema". Éstas fueron las palabras de Ritt Bjerregaard, comisaria europea para el medio ambiente, poco después de la siete de la mañana de ayer, tras casi 24 horas ininterrumpidas de negociaciones, reuniones, incertidumbres y rumores que soportaron varios centenares de personas en el centro de exposiciones de Buenos Aires, donde por fin se clausuró la conferencia del clima, que ha durado dos semanas.Fuera había amanecido ya cuando la presidencia de esta IV Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático convocó a los delegados de 160 países a la reunión plenaria para aprobar los documentos arrancados con dificultad a los delegados clave (EEUU, Europa y los países en desarrollo del G-77) en negociaciones plagadas de condiciones, presiones, gestos y desplantes.

Con un mazazo (que significa que se aprueba) cayó a eso de las seis de la mañana el primer acuerdo de la última sesión plenaria: expresar solidaridad con los damnificados por el huracán Mitch en Centroamérica. La sesión plenaria duró una hora, y las caras de agotamiento se recompusieron un poco para esbozar los primeros comentarios sobre el resultado. "Es un plan de acción con plazos políticos", fueron las palabras del secretario ejecutivo de la convención, Michael Zammit Cujarat. "Después de estas difíciles negociaciones hemos logrado un triunfo significativo", dijo la ministra argentina María Julia Alsogaray, presidenta de la conferencia. "Se ha logrado un auténtico progreso en el proceso de hacer realidad las promesas de Kioto", afirmó el jefe de la delegación estadounidense, Stuart Eizenstat.

El Protocolo de Kioto, por cierto, fue firmado por Estados Unidos durante esta conferencia, y el total de países firmantes supera ya los 60.

Las consideraciones de las ONG fueron por otros derroteros. "WWF da la bienvenida al ligero progreso de las conversaciones", declaró esa organización de defensa medioambiental, tras definir las dos semanas de negociaciones como "guerra de trincheras entre burócratas" que concluyeron "con los Gobiernos acordando únicamente una lista de puntos de negociación en los próximos dos años". Amigos de la Tierra sí mostró dureza en su comentario, al acuñar la definición "Plan de Inacción de Buenos Aires".

Greenpeace destacó los escasos resultados, al tiempo que ponía el dedo en una llaga: no se ha abordado la adecuación de los compromisos de la convención del clima para proteger el planeta. "Nos hubiera gustado lograr más. El resultado no es un éxito completo para nadie, más bien es un éxito del proceso global", dijo Bjerregaard.

Que el cambio climático es un riesgo muy alto para el próximo siglo no lo pone en duda prácticamente nadie. Y éste es el problema al que hacen frente estos acuerdos de Naciones Unidas intentando reducir las emisiones de los gases que refuerzan el efecto invernadero de la atmósfera e induce un calentamiento global artificial. Como resultado de ello, los científicos predicen para el próximo siglo alteraciones de los regímenes climáticos en los cinco continentes, subida del nivel del mar, fenómenos meteorológicos extremos, etcétera.

Pero el reconocimiento del problema no allana el camino de las negociaciones políticas, con énfasis económico manifiesto.

La larga noche vivida en Buenos Aires, como la larga noche de Kioto hace un año, aunque en esta ocasión hubo menos emoción, dio tiempo para muchas conversaciones de pasillo. Muchos se quejaban de la lentitud de las negociaciones y de la escasez de resultados. Pero los conocedores de los ritmos de Naciones Unidas argumentaban lo contrario, la agilidad con que se movía el asunto del clima, que dio sus primeros pasos hace ocho años y que ya tiene una convención y un protocolo obligatorio, en comparación con otros tratados internacionales. Los compromisos entre tantos países con intereses encontrados y sensibilización y urgencia diferentes ante los problemas imponen este pausado ritmo que exaspera a los inquietos.

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