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Los trajes escultóricos de Miyake iluminan una muestra en París

La Fundación Cartier expone el producto de diez años de trabajo del diseñador japonés

"El presente llega con retraso". La máxima es de Issey Miyake y debiera servir como resumen de la exposición que hoy se abre en la Fundación Cartier de París dedicada al diseñador japonés -no quiere que le llamen ni modista ni estilista porque, dice, "fabrico vestidos"-. Se trata de reunir lo más destacado de su actividad durante los diez últimos años y Miyake ha querido organizar el recorrido a su gusto y capricho.

En la planta baja de las salas de la exposición, entre los grandes espacios acristalados ideados por Jean Nouvel, Miyake expone una selección de su ropa y de sus colaboraciones con varios artistas, colgadas como cristaleras de colores de una catedral moderna. En el sótano Miyake presenta su laboratorio y sus reflexiones o imágenes para el futuro.Los trajes, vestidos, camisetas o pantalones son mostrados en movimiento, volando a veces, saltando otras, agitándose en ciertos casos. Unos tienen forma de minarete pero también los hay que evocan formas de insecto. "La naturaleza es mi maestra", dice Miyake para explicar una camisa y unos pantalones que transforman a su portador en mantis religiosa. Claro que la idea de "naturaleza" es muy laxa, porque incluye tanto los platillos volantes como las algas, las referencias a los hai-kus (composición poética japonesa) o a los abanicos.

Algunas de las creaciones de Miyake han servido en ballets de Maurice Béjart o de William Forsythe pero en la Fundación Cartier lo que se presenta son pleats please (plisados, por favor) transformados por Yasumasa Morimura -ha impreso en los plisados de Miyake una reproducción de La fuente, de Ingres, y de su propio cuerpo-, por Nobuyoshi Araki y su manera compulsiva de fotografiar -"gasto más de ochenta rollos diarios, me siento cámara"-, por Tim Hawkinson, que recorta distintas ropas de Miyake, las recose y las transforma en bandera o mosaico hinchable, o por Cai Guo-Quiang, que ataca los pleats please con fuego y los somete a la destrucción del azar, aquí en forma de reguero de pólvora que en menos de tres segundos y con la ayuda de unos cartones, chamuscó la ropa distribuida por el suelo, trazando la figura de un dragón, símbolo chino de la vida.

Laboratorio de modelos

El laboratorio de Miyake descubre una manguera de tejido enrollada, de más de 50 metros, susceptible de cortes múltiples y diversos para transformarse en traje largo, mini, con o sin mangas, pero también, gracias a estupendos vídeos de animación, explica la teoría de a piece of cloth, de ese trozo de tejido que, con sólo unos botones a presión, se convierte en traje para un maniquí con las mismas medidas que la Venus de Milo. Inspirado tanto en el origami como en las creaciones venecianas de Fortuny, Miyake propone otra variación del tema "la arruga es bella". En este caso sus tejidos, cortados y cosidos de acuerdo con un modelo que tiene una talla doble de la que será definitiva, se ven sumergidos en un baño químico que los encoje.Como si se tratase de papel de revelado, ciertas partes están más o menos expuestas a esa "jibarización". Luego, gracias a su elasticidad y su particular "respiración", la ropa se adapta al cuerpo pero conserva el recuerdo -la "memoria", dice Miyake- de lo que ha sido. Escapar a la uniformidad, "crear nuevos impactos" y, sobre todo, "no caer en lo repetitivo" son algunas de las consignas que se ha impuesto Miyake en su serie de los pleats please. Se trata de arte seriado pero cada una de las piezas es una variaicón, distinta de las demás, y el usuario o comprador es invitado a comportarse también como artista cuando se le ofrece la posibilidad, con la ayuda de una fotocopiadora, de crear su propia camiseta, pantalón o traje, personalizado con el dibujo o fotografía de su agrado.

El futuro es el imperio del reciclaje, el hermanamiento del papel metálico y la lana o la franela para poner en pie un duffle coat que, según su creador, responde a "la rarificación o escasez de los recursos mundiales".

Su propuesta de indumentaria para el siglo XXI es una variación sobre el tema de los plisados, aquí irregulares e imprevisibles, fruto del imposible control del papel de plata, que se desgarra cuando el calor lo suelda al tejido. El resultado son unos abrigos-túnica que hubiesen agradado a Amando de Ossorio.

La exposición tiene como lema Making things, una fórmula que remite tanto al universo industrial como a la manualidad artesana y corresponde a lo que podría llamarse la estrategia del ocho, no en vano Miyake nació en Hiroshima en 1938, decidió dedicarse a la creación de ropa en 1968 a raíz de su visión de París en mayo, publicó su manifiesto artístico East meets West en 1978 y firmó su primera gran exposición en 1988 en el Museo de Artes Decorativas de París. "El ocho, si lo ponemos en posición horizontal, se transforma en el símbolo del infinito. En japonés significa expansión sin fin. Creo que es un número que me trae suerte".

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