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Yeltsin acepta un reparto de poderes con Chernomirdin y con la Duma

La crisis económica y política que desde hace una semana sacude a Rusia, y a través de ella a los mercados financieros de todo el mundo, ha obligado al presidente Borís Yeltsin a ceder buena parte de los poderes omnímodos que le otorga la Constitución de 1993, hecha a su medida. El primer ministro designado, Víktor Chernomirdin; el jefe de la Duma, el comunista Guennadi Selezniov; un emisario presidencial, y los líderes de los partidos, negociaron ayer un paquete de siete puntos que permitirá al primer ministro formar Gobierno libremente, es decir, sin seguir los dictados presidenciales, y a la Duma, fiscalizar las principales carteras.

El acuerdo, cuyos detalles se espera conocer hoy, trata de introducir algo de rigor y previsibilidad en un sistema político extremadamente inestable al estar supeditado a los humores del presidente y sus consejeros. Con ello se busca dotar a Rusia de una estabilidad desde la que atacar la peor crisis económica de sus últimos siete años como país independiente. De lo que ayer trascendió se sabe que el pacto establece que el Parlamento y las dos ramas del Ejecutivo (presidencia y Gobierno) trabajarán al unísono para reformar la Constitución, algo a lo que hasta ahora se había opuesto radicalmente Yeltsin. Si cede es porque no le queda otra salida y porque así es posible que pueda seguir en la presidencia. Chernomirdin, que mañana o pasado se someterá a la votación de una Duma en la que los comunistas son el grupo más numeroso, intentó ayer tranquilizar a Occidente y al electorado, al que en el 2000, como muy tarde, piensa pedir el voto para llegar al Kremlin. "No habrá retorno al pasado", declaró pensando en el exterior. Pensando en el interior prometió que los depósitos bancarios serán salvados y que se acudirá al rescate de los bancos en crisis. El problema con que se encuentra ahora Chernomirdin es que las palabras solas no bastan. Lo primero que tiene que hacer es pactar con comunistas y nacionalistas para conseguir la jefatura del Ejecutivo. Una difícil misión, pues al tiempo se propone mantener los compromisos de Moscú con el Fondo Monetario Internacional.

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