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Luis García Montero defiende "la ética de la felicidad" como manera de escribir y vivir

El poeta publica "Completamente viernes", un libro sobre amores y cotidianidades

Miguel Ángel Villena

"Para ser un poeta no hace falta estar atormentado. La felicidad también ayuda a ser creativo". Luis García Montero incluye como epígrafe de su libro Completamente viernes (Tusquets) un epígrafe del Discurso sobre la feficidad, de Madame du Chátelet, una ilustrada francesa del XVIII. Es toda una declaración de principios porque este poeta señala: "Hemos interpretado la Ilustración desde el punto de vista romántico y ha llegado la hora de leer el romanticismo con ojos flustrados". Para García Montero, "la ética de la felicidad es una manera de estar en el mundo".

Poeta, ensayista y profesor de Literatura, Luis García Montero (Granada, 1958) considera un reto aquella poesía que logra la naturalidad. De ahí que calles, restaurantes, coches o aviones se filtren entre los versos de amor que definen su último libro de poemas. "Cuando se adquiere un cierto oficio de poeta", comenta, "resulta fácil construir artefactos y, por el contrario, las cosas sencillas son con frecuencia aquellas que entrañan más dificultad. Yo asumo también la poesía como un compromiso ideológico en una época donde el poeta ingenuo ya no existe porque ya no se trata de un desahogo, ya no sirve la espontaneidad".Vitalista y declaradamente de izquierdas, García Montero, ganador de los premios Adonais, Loewe y Nacional de Poesía, rechaza de plano lo que llama "cultura de la queja dedicada a romper el lenguaje y renunciar a la sociedad", al tiempo que reclama "una cultura crítica pero que invite al optimismo como óptica de futuro".

En cualquier caso, las páginas de Completamente viernes, un título con aires de guiño a una novela de su mujer, la escritora Almudena Grandes, rezuman una reivindicación de "la felicidad privada como compromiso histórico". "Uno no puede ser dueño de la Historia, si no es dueño de su propia vida", apostilla el poeta granadino. El libro, que incluye poemas escritos entre los años 1994 y 1997, supone todo un homenaje a su mujer a quien está dedicado. "Cuando se abre la puerta de la calle/ la nevera adivina lo que supo mi cuerpo / y sugiere otros títulos para este poema: / completamente tú, / mañana de regreso, el buen amor, / la buena compañía".

Este escritor y profesor, práctico y teórico a la vez, va más lejos en su diatriba contra la "cultura de la queja" cuando sostiene: "Este tipo de actitud esconde un fuerte pálpito reaccionario que deriva en muchas ocasiones en el irracionalismo, en el conformismo..." No ceja Luis García Montero en su defensa de la felicidad que define como "la primera responsabilidad del ser humano, la obligación suprema con uno mismo y con la gente más cercana". A modo de estandarte de una actitud ante la vida Luis García Montero declama una frase de La vida del rey Eduardo II: "A quien del mundo huye, raras veces la vida le perdona".

Además de esa presencia de la cultura de la Ilustración, el poeta reconoce la influencia en su libro de las voces de Pedro Salinas y Luis Cernuda, escritores admirados al igual que Rafael Alberti, Antonio Machado o Federico García Lorca. Pero, por encima de todo, Luis García Montero se reconoce enamorado al admitir: "El libro está marcado por una presencia biográfica clarísima. Estoy absolutamente enamorado y se me hacía necesario escribir Completamente viernes".

Géneros literarios

Profesor en la Universidad de Granada, García Montero ha hecho también incursiones en el ensayo siempre a partir de una reflexión sobre la sociedad a través de la literatura. Autor asimismo de ediciones críticas sobre la obra de Alberti y García Lorca, García Montero define la poesía como género de ficción: "El poeta no puede limitarse a su propia biografía, eso sería cosa de notarios".De todos modos, la narrativa no ha tentado todavía a Luis García Montero y lo explica así: "La literatura tiene mucho de oficio y no es lo mismo el oficio de poeta que el de narrador. Sólo escribiré una novela si, para contar aquello que necesito contar, la convención de la narrativa me sirve más que la poesía. La novela no se reduce, como creen algunos, a escribir bien sino que precisa de la construcción de personajes, del pulso narrativo, de la creación de una historia..."

Tras calificar de estupendos los últimos años de la narrativa española cuando "muchos escritores han sabido conectar con el público sin abandonar el rigor literario", García Montero apunta a las escuelas e institutos como los deseables impulsores de la afición literaria. "La primera tarea de un profesor de literatura pasa por hacer olvidar a los alumnos que se trata de una asignatura. Los chavales han de descubrir el placer por la lectura".

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