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"Escribiendo siempre se ahonda en la desolación", dice Juan Manuel de Prada

Los libros premiados con el Planeta se presentan en Madrid

Arturo Pérez-Reverte y Francisco Umbral coincidieron ayer en una larga mesa en la presentación en Madrid del Premio Planeta. Pérez Reverte se encargó de Juan Manuel de Prada, ganador, autor de La tempestad, que dijo que "escribiendo siempre se ahonda en la desolación". Y Francisco Umbral habló de Carmen Rigalt, finalista con Mi corazón que baila con espigas, "una autopsia del matrimonio burgués".

Carmen Rigalt, periodista, nueva en el campo de la narrativa, se ha metido, según explicó Umbral, en el flaubertiano campo literario del adulterio, "ese género tan leído por el público femenino". Corría Rigalt el peligro, explicó Umbral, de que se perdiera en esa selva flaubertiana en la que es fácil entrar (practicar el adulterio) y difícil ponerlo en literatura memorialística, a lo Proust, "una memoria apócrifa, como son siempre las memorias; en las memorias se miente más que en la ficción; yo al menos así lo he hecho siempre, y me consta que también los demás". Rigalt ha escrito una novela de adulterio que es, según Umbral, "una cruenta autopsia del matrimonio burgués en su versión de hoy", en la que el perro es el único que cree en el honor (calderoniano).Arturo Pérez-Reverte dijo que Juan Manuel de Prada había escrito una narración policiaca, un viaje romántico, y lo había hecho bien, al fin y al cabo, dijo, y se le oyó: "Juan Manuel junta las palabras bastante bien", y además: "Es uno de los personajes más interesantes de la. literatura española".

Trama onírica

Pero es que, encima, Prada había puesto en pie una trama onírica, en la que había que atravesar el cuadro al que hace referencia el título de la novela, y acceder a lo que está detrás. ¿Y para qué? "Pues para acceder al festín de la literatura", para darse cuenta de que, nos guste o no, "los sueños están hechos de barro". Y ésta es una de las grandezas de ese oficio que comparten, como el éxito a partir de ahora, Prada y Reverte. "Hay que mantener el sueño, a pesar de saber de qué material está hecho", insistió éste.Reverte, por último, halló, entre tanta página como había leído, una moraleja: "Todo es falso, duele mucho saberlo, pero merece la pena, aunque haya que pagar un precio. Nunca se viaja impunemente a Venecia" (como viaja el protagonista de la novela de Prada); "nunca se asoma uno impunemente a lo que está detrás del cuadro".

Prada esbozó unas ideas, dos o tres: "Escribiendo se ahonda en las desolaciones que nos produce el descubrimiento del arte, de la literatura, y se acepta que la literatura nos perjudica la vida". Aunque no haya que renunciar nunca a ella, y en ese sentido, aclaró, su novela es "una novela de iniciación" escrita tras ver Vértigo, de Hitchcock. Ahí encontró materia para sus sueños.

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