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¿Un futuro para la especíe?,

El sociólogo Edgar Morin y el paleontólogo Stephen Jay Gould debaten sobre evolución, historia e incertidumbre en los Encuentros del Siglo XXI organizados en la sede de la Unesco

La Unesco ha iniciado una serie de Encuentros del Siglo XXI. El primero, un diálogo entre el paleontólogo estadounidense Stephen Jay Gould y el sociólogo francés Edgar Morin bajo el título ¿Qué futuro para la especie humana?, se celebró recientemente en la sede de la Unesco en París, ante unas 2.000 personas. Lo que sigue es un amplio extracto.Stephen Jay Gould: Ahora se habla mucho del futuro por la proximidad del tercer milenio. Pero lo que caracteriza al futuro es que es imprevisible. Es interesante plantearnos por qué es imposible prevenir. La evolución es más un proceso histórico comparable a la propia historia. La historia es contingente. No está dominada por el azar. Lo que pasa tiene sentido. Pero hay muchos caminos y un mínimo cambio al principio puede tener al final resultados tan considerables que no caben las predicciones. Aunque eso no tiene nada de negativo. Es incluso excitante que las ciencias de la evolución tienen el carácter contingente de la historia, y no el previsible de las de la naturaleza.

Edgar Morin: Partiré de lo que ha dicho Stephen Jay Gould, es decir, la incertidumbre fundamental sobre el futuro de la especie, de la humanidad en general. Diría incluso que hoy nuestra única certeza es esta incertidumbre. El futuro de la humanidad siempre ha sido incierto, pero las generaciones anteriores no lo sabían. O bien vivían en un tiempo cíclico, o bien este tiempo estaba guiado por la flecha del progreso. Pero lo que ocurre hoy es que ya no hay raíles hacia el futuro, no hay una locomotora que nos transporte hacia un futuro feliz. Diría que el mito del progreso ha muerto. Lo que no quiere decir el Final de toda posibilidad de progreso. Es otra cosa la que nos conduce a la incertidumbre: es, no quiero decir la evolución, término que disgusta a Steplien Jay Gould, el devenir.No hay un desarrollo frontal: la historia no avanza como un río majestuoso o como un glaciar. Más bien como un cangrejo: primero hay una pequeña desviación. Y esta desviación, si toma fuerza, crea una tendencia. Y esta tendencia, si se desarrolla, puede convertirse en universal. Es lo que ha ocurrido con las grandes ideas religiosas (el cristianismo, el islam) y con las grandes ideas no-religiosas (el socialismo). También es cierto con el capitalismo, que, en un primer momento, fue un fenómeno muy local, extraño, anormal, en las sociedades feudales. Quizá la única certeza para la especie humana es la muerte. Pero la fecha de esta muerte es muy incierta. Porque la humanidad puede morir muy rápidamente por una catástrofe, que provoque ella misma. Puede ocurrir un cataclismo cósmico, la caída de un meteorito. Hay una multitud de casos posibles. Lo que es imposible es el mejor de los mundos. Lo que es posible es un mundo mejor. Pero es imposible que el hombre se convierta en el amo del cosmos. Dados los límites de la mente, imposible que pueda conocerlo todo. Pero podemos desarrollar nuestro saber y nuestra conciencia. El espíritu humano está profundamente subdesarrollado, igual que nuestras posibilidades afectivas. Hay posibilidades extraordinarias ligadas a la complejidad del cerebro.

S. J. G.: Cabe hacer predicciones. Se puede predecir una curva de desarrollo demográfico. Pero falta tiempo para la adaptación biológica de la especie a problemas como la contaminación. Las máscaras antigás son la única respuesta a un mundo contaminado. La especie no tendrá materialmente tiempo para cambiar. Si, por ejemplo, queremos afrontar la explosión demográfica, debemos practicar el control de la natalidad.E. M.: Tal vez asistiremos a un nuevo nacimiento de la humanidad, cimentado en una confederación planetaria. Antes del cambio, la transformación parece imposible. Pero el sistema cambia precisamente porque, en un sistema, parece imposible que el sistema cambie. Así se crea un nuevo sistema, un metasistema, una metaorganización: es la historia de las civilizaciones. Holderlin decía: "Cuando el peligro crece, crece lo que salva". Hemos alcanzado unos límites que son fuente de angustia, pero también de esperanza en un mundo más civilizado. Una nueva organización social debe tener en cuenta la diversidad cultural de nuestra especie. Hay que pasar de organizaciones sociales locales a una confederación mundial.

S. J. G.: Seguimos considerando la evolución como un movimiento que sigue un camino dado. En el caso de la evolución humana, tenemos tendencia a percibirla como un movimiento en una dirección. La ilusión de la existencia de ese camino nos lleva a creer que podemos realizar una extrapolación hacia el futuro. En realidad, la evolución no funciona así. No es una secuencia lineal y, por tanto, no existe algo que sería el eslabón perdido. Lo que caracteriza a la especie es la estabilidad. Una especie dura como media cuatro millones de años y ningún cambio notable se produce en ese periodo. Cuando hay un cambio es por separación, por ramificación, por diferenciación, cuando se forman pequeñas poblaciones aisladas y esta ramificación se produce en un periodo muy breve, incluso extremadamente rápido, si lo vemos desde un punto de vista geológico. Debido a la estabilidad de las poblaciones antiguas, resulta imposible determinar dónde y cuándo esta especie va a encontrarse aislada. Esto es válido especialmente para la especie humana. Evidentemente, ha habido tendencias discernibles en la historia, como el aumento del tamaño del cerebro o del cuerpo. La evolución humana es un arbusto, no un árbol. La especie humana apareció en África hace unos tres millones de años. Hace dos millones aún existían cinco o seis especies de seres humanos (australopitecos). A partir de entonces se produjo una diferenciación en el seno mismo de la raza homo: parece que hace 20.000 o 30.000 años el Homo sapiens vivía junto a otras especies (Homo erectus en Asia y Homo neandertalis en Europa). Recientes descubrimientos demuestran la legitimidad de la teoría del origen africano: la especie humana nació allí y se diferenció posteriormente. Los hombres de Neandertal son nuestros primos, no nuestros antepasados.

E. M.: El ser humano está bipolarizado entre la racionalidad del Homo sapiens y la afectividad del Homo demens. El peligro surge cuando uno de los dos términos predomina sobre el otro. La gran incertidumbre que nos rodea debe hacernos reflexionar sobre el devenir de la humanidad y darnos la voluntad de una conciencia lúcida.S. J. G.: La especie humana es extremadamente joven. El Homo sapiens que nació hace 200.000 años y abandonó África 100.000 años más tarde. Este descubrimiento tiene consecuencias importantes en lo que concierne a lo que llamamos razas. Las diferencias raciales no son más profundas que la piel. Las diferencias entre las razas son ínsignificantes. No hay una blanca o una africana. Procedemos todos de Africa, tanto los blancos como los demás. El Homo sapiens es una especie que ha tenido éxito. Se extendió por amplios territorios y, por tanto, es muy estable. No hemos cambiado desde hace 40.000 o 50.000 años. La gente que realizó las pinturas de Lascaux era exactamente como nosotros, y todo lo que se ha producido desde Lascaux en la civilización ha sido sin cambio biológico. Esto fue presentado por la prensa como uno de los grandes descubrimientos de nuestro tiempo, cuando en realidad las cosas tenían que ser sencillamente así. Hay gente que se sorprende, porque seguimos tendiendo a pensar en la evolución en términos de progreso. "¡Los humanos no han cambiado!", titulaba hace poco el New York Times. En realidad, la estabilidad humana es exactamente lo que podía esperarse. La evolución biológica no es la cultural. Mucha gente se refiere a una evolución cultural. La utilización de este término es poco afortunada, porque los mecanismos del cambio cultural son tan profundamente diferentes de los de la evolución biológica que las diferencias prevalecen sobre las similitudes. El cambio cultural sigue los preceptos de Lamarck, permite la transmisión de caracteres adquiridos. Por ello, es extremadamente rápido, en comparación con el cambio biológico, que obedece a las leyes de Darwin. La evolución biológica no se rige por las teorías de Lamarck. Cuando una especie evoluciona para adaptarse, no pueden producirse cruces y las adaptaciones no se intercambian entre las especies. Evidentemente no es el caso del cambio cultural, en la medida en que la mezcla de razas está en el corazón del cambio cultural que se define por la fertilización cruzada. Todo lo que le ocurre a la especie humana se debe al cambio cultural. El término comparable, lo que concierne al cambio cultural, es la infección y no la evolución.

E. M.: Ciertamente, hay una diferencia entre la evolución biológica y la cultural, pero también hay una analogía: en la historia de la humanidad ha habido destrucciones masivas y extinciones brutales: los incas, los aztecas, la implosión de la URSS, las guerras mundiales. Pero también ha habido explosiones creadoras muy localizadas, muy fecundas, como la pequeña Atenas del siglo V a. de J.C., donde surgieron a la vez la idea de democracia y la filosofía.S. J. G.: Quizá debería haber dicho que la historia humana es como la biológica. No hay previsibilidad. Ha habido cataclismos, desapariciones, y otros casos cuyas repercusiones habrían sido muy distintos si las circunstancias hubieran sido ligeramente otras, como el del cristianismo. Por ejemplo, supongamos que el caballo, que apareció primero en América, hubiera sobrevivido allí. Supongamos que los aztecas hubieran inventado la rueda o la navegación. La historia de la civilización habría sido radicalmente distinta.E. M.: La cultura intervino a lo largo de la historia en el proceso biológico. Así, la estabilidad de la especie está reforzada por la exogamia, que reduce la probabilidad de una mutación biológica. Y los mestizajes crean diversidad, civilización, como en Brasil.

S. J. G.: El desarrollo de las biotecnologías introduce, un elemento de incertidumbre en el futuro. Los progresos de la genética desde hace una década nos dan la posibilidad, por primera vez, de modificar nuestra especie. Pero no tengo ni idea de lo que nos deparará.

E. M.: Culturalmente, hay que volver a la unidad de lo múltiple. La corriente de homogeneización ya ha destruido numerosas culturas, como las que llamamos primitivas. Pero hay resistencias y contracorrientes, como el movimiento ecológico. Salvar la biodiversidad es salvar la diversidad cultural.Página preparada por

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