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Indicios de que un sector del régimen argelino tolera la violencia

La ola de matanzas ocurridas en las afueras de Argel, que en un primer momento no recibieron explicación por parte del Gobierno, ha planteado la posibilidad de que una virulenta lucha de poder haya estallado en el seno de la opaca oligarquía que gobierna Argelia con el apoyo del Ejército. La guerra no declarada de Argelia ha cambiado en las últimas semanas. La matanza de más de 100 personas en el suburbio occidental de Beni Mesus durante el pasado fin de semana y la del 29 de agosto -al menos 98 personas, según el Gobierno- en Rais, al sur de Argel, fueron acciones indiscriminadas que se desarrollaron durante varias horas a las puertas de la capital. La magnitud de los ataques, la proximidad a Argel y la impunidad inicial con que los asesinos actuaron eran algo nuevo, incluso en un conflicto que ya se ha cobrado decenas de miles de vidas.Los atentados de Rais y Beni Mesus, perpetrados por hombres encapuchados que llegaron en camiones, tuvieron lugar cerca de barracones militares o de comisarías de policía. En ninguno de los dos casos hubo indicio alguno de un intento de intervención por parte de las autoridades. Numerosos observadores han concluido que los miembros del régimen partidarios de la línea dura estaban preparados para tolerar, o incluso propiciar, los ataques.

El miedo y el pánico se han propagado por Argel, a una escala rara vez vista. Se han formado grupos de autodefensa armados con hachas y pistolas. La ausencia de una explicación inmediata por parte del Gobierno del presidente Liamín Zerual no ha hecho más que aumentar la tensión.

Apoyo de EE UU

El pasado miércoles, el embajador de Estados Unidos, Ronald Neumann, se reunió en Argel con Zerual y emitió un comunicado poco habitual por su apoyo al Ejecutivo. El embajador dijo que EE UU "respalda las medidas militares" para proteger a los civiles, como "compatibles con un Estado de derecho". El mismo día, el Gobierno anunció una nueva ofensiva contra el Grupo Islámico Armado.

Según fuentes diplomáticas, la intención de los partidarios de la línea dura al tolerar las matanzas era desacreditar a los que se inclinaban por la negociación en un momento en que la salida de la cárcel, el 15 de julio, de uno de los líderes del Frente Islámico de Salvación (FIS), Abassi Madani, ya había provocado tensiones dentro del Ejecutivo.

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