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LUTO POR DIANA

La muerte de Diana quiebra la economía de las ONG

Isabel Ferrer

Desde el punto de vista económico, la desaparición de Diana de Gales supondrá pérdidas millonarias para las asociaciones benéficas con las que colaboraba. Empleándose a fondo en la búsqueda de donativos saldrán adelante, pero el poder de atracción que representaba su imagen para alertar sobre peligros como las minas antipersonas o el sida será irreemplazable, admiten sus propios directores. Está por decidir si los británicos instauran ahora un día en recuerdo de su princesa o la honran con una estatua en Londres, dos de las últimas sugerencias barajadas.

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Una certeza emergía sin embargo con fuerza ayer entre el incesante flujo de ciudadanos que sigue depositando flores en los palacios de Kesington, residencia londinense de la princesa, y de Buckingham. Todos desean recordarla más allá de la pompa de las honras fúnebres del próximo sábado.A la vuelta de sus vacaciones, Diana tenía una agenda apretada y llena de compromisos humanitarios. El jueves debía efectuar un llamamiento en favor de los niños aquejados de asma y síndrome de Down. Durante los días siguientes, los pequeños jamaicanos desfavorecidos y la protección de la salud de los menores en general la tendrían también ocupada en recepciones y visitas a hospitales. Su principal viaje, no obstante, estaba siendo aún ultimado. La princesa pensaba acudir a Singapur a una cena en beneficio de las víctimas del sida. En Hong Kong, donde esperaba hacer escala, una gala en apoyo de los mismos enfermos marcaría la primera visita de un miembro de la familia real británica a la ex colonia tras su entrega a China.

Todas las citas han sido canceladas, pero una nueva propuesta puede ser aceptada en breve. El Hospital de Mujeres de Liverpool, que inaugurara en 1995 en su última aparición como princesa de Gales, llevará su nombre si sus directores así lo aprueban. Entretanto, algunas de las asociaciones con las que mantenía estrechos contactos no tienen reparos en reconocer que su labor como patrona era de un valor incalculable. "Pulverizó el estigma del sida con su naturalidad", ha dicho Nick Partridge, director ejecutivo de la Fundación Terence Higgins.

50 millones de pesetas

El concierto más lucrativo celebrado en su nombre para el Fondo Nacional del Sida recaudó en 1993 unos 50 millones de pesetas. De la subasta de sus trajes de noche el Hospital londinense para el Cáncer obtuvo 250 millones de pesetas más. "Perderla nos creará dificultades financieras, pero la auténtica tragedia es carecer de su presencia para alertar sobre problemas acuciantes. Y ése es el verdadero trabajo de la beneficencia", en palabras de Vicki Pulman, portavoz de la fundación que coordina las investigaciones en el sector.

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La causa de las minas de guerra es algo distinta. Hace un año, Diana de Gales se desligó de un centenar de grupos caritativos para centrarse en seis. Como la mayoría de los británicos, tenía sus asociaciones favoritas, que, en su caso, trabajan en el campo del sida, la lepra y el cáncer, los hospitales infantiles, los vagabundos y el ballet.

Con la Cruz Roja Nacional, que no se encontraba entre sus preferidas, fue a Angola reclamando la prohibición mundial de la fabricación de minas antipersonas y también viajó a Bosnia con el grupo Survivors Network y el apoyo del Ministerio británico de Exteriores. "Para mucha gente ella personificaba la campana misma y eso no puede repetirse", dijeron los portavoces de esta asociación.

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