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AULA LIBRE

Por ahorrar cordones perderemos el zapato

El título de una columna de EL PAÍS del pasado 12 de diciembre decía: "Los alumnos de secundaria dispondrán de menos optativas". Después se leía: "La ministra formuló en la Comisión de Educación una dura crítica al actual sistema de materias optativas".La ministra se equivoca al abordar la cuestión por dos razones. Primera, por la poca importancia relativa de la cuestión. Si se acepta que la opción de una segunda lengua extranjera se debe mantener en toda la secundaria, sólo se podría llegar a suprimir una optativa en el cuarto curso y ninguna en los otros tres. Es decir, la modificación podría afectar a 72 de las 4.025 horas lectivas de la ESO.

Es un error que se trivialice el importante papel que desempeñan estas materias en un sistema comprensivo como el de la LOGSE. Estas materias son fundamentales para que se pueda atender a la diversidad de intereses y capacidades de los alumnos de secundaria.

El catálogo de optativas es amplio y heterogéneo y, en los centros en los que se hace una oferta equilibrada, es fácil que cada alumno encuentre en cada curso las que mejor se acomodan a su gusto y capacidades. Esa acomodación explica el "altísimo nivel de calificaciones positivas" que los alumnos obtienen en estas materias.

Conociendo la honestidad de la inmensa mayoría del profesorado, es políticamente incorrecto decir que estas materias "se convierten a veces en complementos lúdico-recreativos faltos de toda profundidad". Ocurre todo lo contrario: los aprendizajes de artesanías, informática, idiomas, energías alternativas, periodismo de la palabra y de la imagen, astronomía o jardinería no son triviales, y la sociedad muestra un notable interés hacia los mismos.

Las optativas cubren un doble objetivo. Desde el punto de vista individual, se reduce el número de los alumnos que fracasan en todas las asignaturas. No hace falta profundizar en la psicología para afirmar que eso es conveniente para la salud mental. Considerando la comunidad escolar en su conjunto, se reduce el número de alumnos que no tienen nada que perder, porque ya lo tienen todo perdido o, más exactamente, todo suspendido. De este modo disminuye el número de alumnos conflictivos.

No me hubiese molestado en escribir si las declaraciones de la ministra se hubiesen realizado en un momento inopinado. Lo que más me preocupa es que se hicieron de manera premeditada. Se trasluce que quienes tienen a su cargo la secundaria no han caído en la cuenta de que no se pueden suprimir medidas de atención a la diversidad sin tomar otras medidas suplementarias o, alternativamente, si no se modifica el modelo del sistema educativo.

Si se opta por un modelo selectivo, que clasifique al alumnado por sus capacidades e intereses a edades tempranas, como el modelo alemán, que establece tres líneas desde los 10 años, se pueden suprimir sin riesgo las optativas y otras medidas de atención a la diversidad previstas en la LOGSE.

Por el contrario, si se mantiene el modelo comprensivo, pero se suprimen o se reducen las parcas medidas de atención a la diversidad que ahora existen, estamos abocados al fracaso. El recorte presupuestario que de este modo se pretende conseguir se pagará muy caro. Por ahorrar en cordones nos arriesgamos a perder los zapatos. Las manifestaciones de la ministra en el Congreso hacen temer que ése puede ser el futuro que nos aguarda.

José Portela es profesor de matemáticas y director del instituto Alquibla, de La Alberca (Murcia).

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