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EE UU acepta que un europeo sea el segundo mando militar e ejecutivo en la nueva OTAN

Xavier Vidal-Folch

La reforma de la estructura militar de la OTAN y la creación en su seno de la Identidad Europea de Defensa han superado su principal obstáculo. El Gobierno norteamericano ha aceptado que un europeo sea el sejundo mando militar ejecutivo en Europa. Este se convertirá en el jefe máximo de las fuerzas aliadas para las operaciones "sólo europeas" sin participación de tropas estadounidenses, pero con toda la tecnología de EE UU. Francia quiere arrancar más: que el mando de Nápoles, desde donde se controla el Mediterráneo y la VI Flota, recaiga también en un europeo. Washington se resiste.

El Consejo Atlántico (los embajadores de los Dieciséis) escuchará hoy un informe del presidente de Comité Militar, el alemán Klaus Naumann, tras la visita colectiva que el organismo ha realizado a España y Portugal. Naumani propondrá ya un primer esquema de la nueva estructura militar integrada de la OTAN -que debe ser aprobada en la ministerial de diciembre o en una cumbre especial en primavera-, notablemente simplificada. Este primer esquema cuenta ya con el consenso entre bastidores de los Dieciséis, después de vencer algunas reticencias iniciales de EE UU.Según dicho esquema, los cuatro niveles de mandos y cuarteles quedan reducidos a tres, al desaparecer el cuarto nivel, que dispone de 24 cuarteles (entre ellos, el de Gibraltar). En el primer nivel seguirá habiendo dos mandos supremos aliados: uno atlántico (Saclant), con base en EE UU, y otro europeo (Saceur), con base en la ciudad belga de Mons. Ambos, como siempre, estarán encarnados en militares estadounidenses.

Lo nuevo es que el Saceur -hoy, el general George Joulwan- contará con un adjunto plenamente operativo y con nuevas funciones. Actualmente existe ya la figura del deputy-Saceur, que personifica un militar británico, pero la figura apenas tiene personalidad propia. El cargo del nuevo', "Saceur adjunto" recaerá siempre en un europeo -probablemente por rotación trienal-, que será el segundo mando operativo de las tropas aliadas en Europa y el primer jefe militar de todos los ejercicios en tiempos de paz y de todas las operaciones militares "sólo europeas" de la OTAN. Su figura dará visibilidad, junto a la del secretario general de la Alianza, que siempre ha sido un europeo, a la Identidad Europea de Defensa.

De esas operaciones "sólo europeas" no hay aún ejemplos. En realidad, no hay más ejemplos de operaciones militares en la historía de la Alianza que la de la pacificación de Bosnia, mediante lfor. Pero pocos dudan de que algún día las habrá. En ellas no participarán tropas norteamericanas, bien porque no sea necesario, por su ámbito acotado, bien porque Washington prefiera no participar. Y la estructura hay que prepararla ya, con tiempo, como se decidió el pasado junio en la reunión ministerial de Berlín.

Aunque no participen tropas norteamericanas y parezca obvio que el mando de las tropas deba recaer en un europeo y con un muy alto rango en la escala, la cosa no era tan obvia. No, desde luego, para Washington. ¿Por qué? Por algo nada trivial: las operaciones -"sólo europeas" se realizarán utilizando sofisticada tecnología norteamericana, especialmente satélites de observación y medios de transporte aéreo. Pero Washington ha acabado dando su brazo a torcer. Ahora sólo resta concretar el detalle de las competencias para cada figura del organigrama.

La idea del "Saceur adjunto" es británica. Francia aspira a ese puesto para dar un baño de imagen a su incorporación a la (nueva) estructura militar integrada. Pero Alemania ya ha hecho gestos de mayor implicación y seguramente el puesto se someterá a rotación.

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Segundo nivel

Donde el acuerdo con Washington parece más difícil es en el segundo nivel, los mandos regionales. Éstos se reducirán notablemente, a un máximo de dos o quizá tres. Uno, con sede en Brunssum. (Alemania), controlará Europa "de los Alpes para arriba"; el otro es el de Nápoles, con competencias "de Alpes para abajo". No se ha decidido aún si habrá un tercero, que cubriría el mar del Norte, el canal de la Mancha (Reino Unido, Noruega, Dinamarca y, en su momento, los países bálticos).

Francia pide más, mucho más. Partidaria de que sólo haya dos mandos regionales, pide que ambos recaigan en un europeo. Hace más hincapié en el de Nápoles, por su impacto geoestratégico en el Mediterráneo. Pero ése es, precisamente, el motivo de la resistencia de Estados Unidos a ceder la bandera del puesto. Sobre todo, por la cercanía al escenario de Oriente Próximo. Pero también por la, no sólo simbólica, cuestión de la VI Flota. Hoy, el mando del cuartel aliado de Nápoles lo ostenta el almirante Joseph López, que simultanea el puesto con la responsabilidad sobre la VI Flota. Esta está parcialmente imbricada en el dispositivo naval aliado integrado. Ceder el control del mismo sería ceder, en parte, el control sobre esa flota.

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