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El 'capo' acusado de asesinar al juez Falcone decide colaborar con la justicia

Giovanni Brusca, 36 años, acusado de haber pulsado el mando que hizo saltar por los aires al juez Giovanni Falcone, y detenido desde el 20 de mayo, ha decidido arrepentirse. Aunque las autoridades son cautas, por si se tratara de una estratagema de uno de los más sanguinarios capos de la Mafia, algunos datos apuntan a su cambio de bando: está sometido a las medidas de protección urgentes reservadas a los colaboradores de la justicia y ha cambiado de abogado, poniéndose en manos del que defiende a los arrepentidos más creíbles.

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Brusca ya recibió un aviso: el coche de un primo hermano suyo fue incendiado en San Giuseppe Jato, el feudo de la familia. La entrega de Brusca, si desaparecieran las susceptibilidades con que ha sido acogida en algunos sectores judiciales, sería de una importancia extrema porque, tras el encarcelamiento de Totó Riina y la detención del cuñado de éste, Leo Luca Bagarella, estaba prácticamente al frente de los corleoneses.Brusca no sólo culminó la matanza de Giovanni Falcone, junto a su mujer y colega y tres miembros de la escolta, sino que participó también en el atentado que acabó con el magistrado Paolo Borsellino y cinco agentes de custodia, en la colocación de bombas, en el verano de 1993, en Florencia, Milán y Roma, y tiene en su currículo más de 30 asesinatos en primera persona. La palma de sus méritos sanguinarios se la lleva el estrangulamiento y posterior disolución en ácido de Giuseppe di Matteo, un niño de 11 años, hijo de un arrepentido, al que tuvo secuestrado durante meses para ver si su padre se echaba atrás.

Las invitaciones a la prudencia de los fiscales jefes de Florencia y Palermo, Pierluigi Vigna y Giancarlo Caselli, respectivamente, que ya le han interrogado, se deben tanto al miedo a una posible maniobra de Brusca como a la contrariedad que les ha producido el que se haya producido su cambio de bando.

Como decía ayer Pietro Grasso desde la fiscalía antimafia, con ello se había producido "el efecto aberrante de tener que protegerle incluso antes de poder valorar el calado de su colaboración".

Y Pino Arlacchi, senador del Olivo, ex vicepresidente de la comisión parlamentaria antimafia y sociólogo experto en Cosa Nostra, tras vaticinar que el arrepentimiento de Brusca era la antesala del de Totó Riina, porque significaba el hundimiento de la estrategia de los corleoneses, ponía el dedo en la llaga sobre qué espera el Estado como signo de credibilidad de los nuevos arrepentidos: "No nos pueden venir a contar lo que Buscetta [el primer gran boss que colaboró con la justicia] nos dijo ya hace 12 años".

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La justicia espera de Brusca el más alto arrepentido en el organigrama de Cosa Nostra, que descubra a los auténticos inductores de los asesinatos de Falcone y Borsellino y que arroje luz sobre las relaciones Mafia-política, el amañamiento de procesos y el reciclaje de narcodólares. Los jueces son conscientes de que sólo ha empezado a hablar que no ha dicho todo lo que sabe.

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