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Las portuguesas vienen a abortar a España ante las restricciones que hallan en su país

Una clinica de Mérida recibe una media semanal de 10 mujeres de Portugal

El aborto aún sigue siendo un tabú en Porugal. Unas 16.000 mujeres abortan cada año clandestinamente en este país. La tasa de mortalidad materna durante el parto es la más alta de Europa. Una ley "coartadora", la frecuente invocación de problemas de conciencia por los médicos, la inseguridad sanitaria y los altos precios, provocan que cientos de portuguesas se trasladen a España para interrumpir sus embarazos."Una clínica de Mérida, a 70 kilómetros de frontera, recibe cada semana una media diez portuguesas que deciden abortar en España.

Yolanda Hernández, gerente de la clínica Los Arcos, de Mérida, reconoce que la ley es igual en los dos países (los tres supuestos de peligro para la madre, malformación del feto o violación), pero en Portugal debe ser más restrictiva". "Lo cierto", dice, es que recibimos una media de 10 portuguesas por semana para interrumpir sus embarazos. ¿Las causas? En mi opinión son las mejores condiciones sanitarias que ofrece España y unos precios más asequibles".En Portugal esta intervención cuesta entre 100.000 y 250.000 escudos (entre 80.000 y 200.000 pesetas), mientras en la clínica de Mérida la tarifa es de 45.000 pesetas. "Independientemente de estos dos aspectos" explica Yolanda Hernández "nosotros nos preocupamos al máximo de las mujeres que bastante trauma sufren ya por este tipo de operaciones".

Los trámites son iguales para españolas y portuguesas. "Tienen que cumplimentar el consentimiento para la intervención cuyos impresos ya están escritos en los dos idiomas". Posteriormente, dice la gerente, "nos ocupamos de que el choque psicológico sea lo más leve posible. Tenemos un psiquiatra que se ocupa de todas las mujeres desde que llegan hasta tiempo después de la intervención y un teléfono de urgencia a su disposición para todo tipo de problemas que puedan surgir a posteriori.

Yolanda Hernández reconoce que en Portugal todavía existe un velo para cubrir estos casos. Y muestra un ejemplo. "Nosotros", dice, "intentamos anuriciarnos en un periódico portugués para informar a las mujeres de nuestros servicios y se negaron a publicarlo si usábamos el término 'interrupción del embarazo'; es algo un poco incomprensible pero así es".

"La clínica", subraya la gerente, "está autorizada por las autoridades para realizar abortos y cumple escrupulosamente la ley; sólo ayudamos a las mujeres en los casos previstos por la ley; eso queremos dejarlo claro".

Portugal sigue siendo el segundo país con mayores problemas para la interrupción de embarazos de la UE, después de Irlanda. Durante unas jornadas sobre planificación familar celebradas recientemente en Evora, diversos especialistas estimaron en más de 16.000 el número de abortos clandestinos ' practicados en el país vecino. Asimismo, la tasa de mortalidad materna durante los partos es la más alta de Europa (10 casos por cada 10.000 personasen 1994 frente a los cuatro o cinco de media comunitaria).

Una ley de aplicación restrictiva y la objección de conciencia, esgrimida por una parte importante del sector médico, provocan "un auténtico desajuste", en opinión de, los especialistas que participaron en esas jornadas. La situación comparativa con España es suficientemente significativa. Entre 1985 y 1989 se realizaron en España 26.000 abortos legales frente a los 397 de Portugal. Filomena Araújo, vicepresidenta de la Asociación de Planificación Familiar portuguesa, opina que estos datos vienen a demostrar que la ley no consigue impedir que los abortos clandestinos prosigan en PortugaV. "Los propios servicios médicos de Portugal", añade Araújo, "reconocen que son ellos mismos quienes se niegan a asumir la prestación de este tipo de servicios".

La ginecóloga María José Alves afirma que los médicos portugueses todavía no han superado "algunas cuestiones éticas". En su opinión, "el aborto debe ser completamente libre" y se pregunta si la depresión post-aborto "es provocada simplemente por lo que supone esa intervención o realmente es debida a la presión social en la, que se ven sumergidas las mujeres". Otra participante en las mencionadas jornadas, Virginia Ferreira, critica ese tabú que todavía rodea al aborto en Portugal, donde la' ley castiga con penas de prisión a las mujeres que deciden abortar ilegalmente.

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