Jorge Gutiérrez recupera su cartel
La afición tuvo que esperar hasta el festejo número 19 de la temporada para que saliera un encierro completo con casta. A excepción del difícil quinto, todos los astados tuvieron emotividad. A pesar del viento que sopló toda la tarde, Gutiérrez recuperó su cartel por su entrega y clase; Manzur animó a los tendidos por su decisión y buenas maneras pero no entendió al sexto, y Capetillo se vio sin sitio.Con el codicioso que rompió plaza, Capetillo mostró indecisión y dudas. Con la pañosa desaprovechó la fijeza del animal. El duende que habita en sus engaños sólo se asomó en algunos detalles. Para recibir al cuarto, Capetillo se puso de hinojos y le instrumentó una vistosa larga cambiada. Su falta de técnica y recursos fue notoria. Con el peligroso quinto, que tuvo que despachar porque Gutiérrez se encontraba en la enfermería, Capetillo no pudo controlar sus nervios. Se limitó a dar trapazos y chicotazos que provocaron el descontento del respetable.
Gómez / Capetillo, Gutiérrez, Manzur
Toros de Teófilo Gómez con cuajo y bravura. 1º, 2º y 3º, aplaudidos, 6º, arrastre lento. Guillermo Capetillo: dos pinchazos y estocada caída (palmas); pinchazo, media -aviso- y 16 descabellos (bronca); estocada baja (abucheos). Jorge Gutiérrez: media (oreja); pasó a la enfermería, con conmoción cerebral, Arturo Mansur: dos pinchazos y estocada honda caída (petición y vuelta), pinchazo, dos estocadas -caídas -aviso- y seis descabellos (palmas). Monumental Plaza México, 12 de marzo. Media entrada.
Aparatosa voltereta
Al segundo, Jorge Gutiérrez lo saludó con quietos y limpios lances. Su faena fue larga y de menos, a más en calidad. Cuando el tardo pero claro bovino terminó entregándose, el espada le encontró la distancia a base de aguantarlo y consentirlo. Imponiéndose al viento se acopló al noble y lento ritmo del ejemplar llevándole perfectamente embarcado en la pañosa. Cinceló con temple y mando series por el derecho y esculpió soberbias tandas de naturales que remató con la majeza del pase de pecho. Al tirarse a matar fue derribado y enganchado por el pitón, le dio: aparatosa vuelta de campana que le ocasionó una conmoción cerebral que lo mandó a la enfermería, hasta donde su cuadrilla le llevó el trofeo.
Con enjundia y abriendo el compás, Manzur recibió al tercero con limpias verónicas y le recetó un quite por expuestas gaoneras. Aprovechando que el enemigo metía la cabeza con nobleza, toreó con hondura y trazos de filigranas. Hizo caso omiso del aire y fijando las plantas en la arena dibujó series de estéticos naturales y plásticos en redondo.
Al que cerró plaza lo capoteó con desahogo. Con deseos de triunfos realizó su trasteo y obligó al oponente a humillar. Pero como la res brava llegó con demasiada fuerza en su acometividad, el joven matador no supo sujetar sus embestidas y como consecuencia no aprovechó al toro de mayor movilidad del encierro.