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Decenas de ruandeses mueren aplastados al ser atacada una columna de refugiados

Decenas de ruandeses murieron aplastados ayer en una estampida humana cuando la columna de refugiados que huía hacia la frontera con Zaire fue alcanzada por vanos impactos de mortero disparados desde la vecina localidad de Gisenyi, que ayer fue tomada por los rebeldes tutsis del Frente Patriótico Ruandés. Completada prácticamente la conquista militar del país, salvo la zona de seguridad decretada por Francia en el suroeste, los rebeldes del Frente Patriótico Ruandés (FPR) designaron a Pasteur Bizimungu, uno de sus responsables, como nuevo presidente de Ruanda.

El aeropuerto de la vecina localidad zaireña de Goma también fue alcanzado por fuego de mortero, lo que obligó al Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) a suspender el puente aéreo de ayuda humanitaria procedente de Uganda.Ginseyi y Goma son dos ciudades gemelas, ambas a orillas del lago Kivu. La primera se en cuentra en Ruanda, la segunda en Zaire. Unos centenares de metros de tierra de nadie las separan. Desde el pasado miércoles, un flujo de refugiados establece entre ellas un verdadero cordón humano, denso, abigarrado y al borde del desastre.

"El casi un millón de ruandeses que se ha refugiado en Zaire en estos últimos cinco días va a provocar un desastre humanitario si no se detienen las. hostilidades de inmediato", decía ayer Sadako Ogata, la responsable del ACNUR, en su sede de Ginebra.

Ajenos a las palabras de Ogata y con el oído puesto en los cercanos combates, oficiales ruandeses desarman a sus soldados antes de dejarlos entrar a Zaire. Su pequeña garita está llena de fusiles de asalto. También se amontonan en los alrededores granadas y proyectiles de morteros. Mientras, pegados unos a otros, coches particulares, vehículos de obras públicas y autobuses atestados de pasajeros y equipajes avanzan como hormigas.

Varios milicianos hutus adoptan todavía posturas arrogantes con sus armas automáticas. Pero saben que los soldados zaireños les van a desarmar antes de dejarles pasar. Los militares del presidente Mobutu son tanto más estrictos cuanto que desde el viernes cuentan con el refuerzo de una compañía de la División Especial Presidencial.

Al lado del puesto fronterizo zaireño se amontonan los machetes, las lanzas, las hoces, los martillos y otros objetos que puedan servir como armas. Los soldados registran los vehículos y cachean a los peatones de manera meticulosa. Demasiado incluso. Una mujer del servicio de Aduanas quita un bidón de aceite a un joven, al lado de un paracaidista que tiene ya una lata de leche en polvo.

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Los militares zaireños, con excepción de la DSP, llevan mucho tiempo sin recibir su paga y el flujo de refugiados les permite arreglárselas para sobrevivir. El uniforme y las armas bastan para convencer a los que se muestran reticentes.

Goma está invadida por los ruandeses. Las calles principales y los callejones se encuentran abarrotados. Como una interminable serpiente, los refugiados :atraviesan el casco urbano y se dirigen hacia la carretera del norte, que lleva a Rutshuru. Las organizaciones humanitarias les estimulan a seguir. "Hay que desatascar como sea Goma", explica Johanna Grumbach, jefa de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). "Ya hay más de medio millón de personas. Es como si una gran ciudad europea entera se pusiera en marcha". A unos diez kilómetros al norte, un camión de la Cruz Roja distribuye arroz y lentejas. "Es la única manera de incitarlos a ir hacia el norte, donde vamos a instalar campamentos", explica un empleado del CICR.

La zona es propicia, ya que antes estaba casi desierta. Pero las corrientes de lava que sepultaron la aldea de Munegi en 1977, tras una erupción del volcán Nyiragongo, impiden el acceso al agua, un problema crucial para las organizaciones humanitarias.Copyright Le Monde / EL PAÍS

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