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Muere Richard Nixon, el presidente de la distensión

Personalidades políticas desde Moscú a Pekín elogian las cualidades del fallecido como estadista internacional

Antonio Caño

El ex presidente estadounidense Richard Nixon, el dirigente que inició la distensión Este-Oeste y realizó la histórica apertura a China para acabar emborronando su carrera con el escándalo Watergate, que le obligó a dimitir en 1974, murió a las tres de la madrugada de ayer (hora peninsular española) en un hospital de Nueva York. Un coro de elogios diplomáticos a su figura de estadista internacional se escuchó ayer desde Moscú hasta Pekín. Nixon, que contaba 81 años de edad, sufrió el pasado lunes un derrame cerebral y entró en un coma profundo. Su esposa, Pat, murió en junio del año pasado. El presidente Bill Clinton expresó ayer su pesar por el fallecimiento de Nixon, al que consultó con frecuencia sobre asuntos internacionales, en especial sobre las relaciones con Rusia. Clinton anunció ayer que asistirá al funeral de Nixon, que se celebrará el día 27 en su ciudad natal de Yorba Linda, en el Estado de California.

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PARTE ESENCIAL DE LA HISTORIA VIVA.

Tras ser derrotado por el demócrata John F. Kennedy en las elecciones de 1960, el republicano Nixon consiguió llegar a la Casa Blanca en los comicios de 1968 y se convirtió en el 370 presidente de los Estados Unidos. En 1974 tuvo que dimitir tras conspirar para encubrir las pruebas del escándalo Watergate, que comenzó con un vulgar robo de documentos de poca monta en la sede nacional del Partido Demócrata.Con Richard Nixon desaparece de Estados Unidos y del mundo una buena porción de la historia viva. Nadie como esta figura controvertida y excepcional unía mejor el presente y el pasado de una nación que ayer perdonó por un rato los pecados que le avergonzaron en el pasado para rendir homenaje a ese gran superviviente de centenares de crisis y derrotas.

En la muerte de Richard Nixon, las principales personalidades políticas del mundo, se unieron para destacar las virtudes como estadista universal del hombre que comenzó su carrera como un duro halcón anticomunista en los años cuarenta y la terminó, hace apenas un mes, revisando sobre el terreno el tránsito de Rusia hacia la democracia y el libre mercado.

Ningún escenario internacional le fue lejano ni extraño. Desde Pekín a Oriente Próximo, Richard Nixon puso su sello político en los acontecimientos mundiales durante medio siglo. El presidente Clinton, que consultaba con él hasta hace unas semanas, lo definió ayer como "un hombre de Estado que quiso construir una duradera estructura de paz".

Las autoridades chinas han seguido de cerca las últimas horas del hombre que logró desbloquear las relaciones entre Washington y Pekín. Ayer, un portavoz del Ministerio de Exteriores chino expresó "todas sus condolencias" por la muerte del ex presidente. Un telegrama conjunto del presidente Jiang Zemin y del primer ministro Li Peng alababa ayer "la visión a largo plazo de un político que tuvo el coraje de abrir una nueva era en las relaciones chino-americanas".

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El presidente ruso Borís Yeltsin declaró "estar consternado por la muerte de uno de los más grandes políticos del mundo". "Su relación con Rusia no era de amor, pero era una actitud especial", sigue la declaración de Yeltsin. El presidente ruso calificó a Nixon como un "político sabio" al que prestaba gran atención.

En Hanoi, la capital de un país que recuerda a Nixon como el hombre que ordenó algunos de los peores bombardeos sufridos en el norte del país durante la guerra de Vietnam, el único comunicado oficial sólo reflejaba un lacónico "descanse en paz".

En Israel, el primer ministro Isaac Rabin destacó que su país "perdió un amigo", cuya presencia en la Casa Blanca fue una "garantía seguridad" para los ¡sraelíes.

Los líderes europeos también se unieron ayer a las muestras de condolencia. El presidente del Gobierno español, Felipe González, remitió ayer un telegrama al presidente Clinton en el que expresa su pésame con ocasión de la muerte de una "personalidad de particular significado histórico en la política y las relaciones internacionales de su país".

La bandera de la Casa Blanca y todas las del país ondeaban ayer a media asta. Desde ayer hasta la celebración del funeral, el próximo miércoles en la sede de su Biblioteca y su ciudad natal, Yorba Linda (California), los logros de Richard Nixon prevalecen sobre sus errores en los comentarios, tanto de sus muchos enemigos como de sus escasos amigos. Después, la historia lo dirá. Nixon no es sólo el primer presidente norteamericano que muere en más de 20 años -el último fue Lyndon Johnson, en 1973-, sino el más activo de todos los que quedaban con vida y el que por más tiempo ha estado presente en el discurrir del país. No hay generación viva en la que Nixon no haya tenido influencia. Desde Truman hasta Clinton, la voz de Nixon, sus consejos, se han dejado sentir sobre todos los presidentes que han ido pasando por la Casa Blanca.

Hasta el diario The Washington Post, el que más daño le hizo en toda su carrera política con la revelación del Watergate, el escándalo que le obligó a renunciar a la presidencia en 1974, reconocía ayer "el extraordinario esfuerzo de redención que hizo en las dos últimos décadas para pasar de la vergüenza a la estatura" que se le otorga en la actualidad.

Con todos sus pros y sus contras, su nombre estará por siempre asociado a una época de grandes políticos de los que hoy carece la humanidad.

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