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El circo electrónico de Berlusconi

Un empresario de la comunicación se ofrece por primera vez como producto político

Todos los días, por la mañana y por la noche, desde finales del pasado mes de octubre, italianos de distintos tipos y condiciones se asoman a la ventana de Rete Cuatro, la más populachera de las televisiones de Fininvest, para cantar los méritos y excelencias de Silvio Berlusconi. No se trata de ningún juego floral, sino de un sondeo juguetón, que, sin pretensiones científicas y con un partidismo declarado, pretende reflejar en modo, no obstante, veraz lo que piensa la calle sobre el nuevo político italiano. Al parecer, el programa de marras no entra en los cómputos del tiempo que las cadenas pueden dedicar a los candidatos, ya que, en otro caso, el propietario de Fininvest tendría que haber superado todos los límites.Aunque tampoco es que la legalidad en Italia sea el bien más sagrado. En las últimas horas, por ejemplo, los diarios italianos han protestado porque desde programas populares de las redes de Fininvest, como La ruleta de la fortuna -el más seguido en absoluto por los italianos- u otros típicos de la telebasura, los presentadores más conocidos estén dando palmaditas de despedida a los concursantes con el consejo aproximado de: "Y ahora, a votar por Berlusconi".

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El Garante de los Medios, que se ocupa de controlar este aspecto de la campaña, hasta ahora no ha intervenido.

Berlusconi, además, se queja de que la prensa le maltrata, de que la ley electoral introdujo unas limitaciones publicitarias injustas para un movimiento nuevo que debía darse a conocer, como es el suyo. Y denuncia, sobre todo, que las tres redes de la televisión estatal, RAI, están controladas por la izquierda. Ése es el alibí que aduce siempre frente a los que critican que los Gobiernos anteriores le dieran tres de las cuatro cadenas nacionales de televisión existentes. "Si tuviera una menos que la RAI, lucharía en inferioridad de condiciones", ha dicho siempre Berlusconi, autoproclamándose paladín de la televisión privada, como ahora se ha autoproclamado candidato a dirigir desde el Gobierno la renovación del milagro italiano.

Pero a diferencia de otras campañas, el elemento cuantitativo, aun siendo importante, no es el esencial en el caso de los actuales comicios italianos. El recuento oficial de tiempos tras los primeros 15 días -el último publicado- daba como resultado que la RAI había dedicado el 33,2% de sus retransmisiones políticas a la derecha y el 30,4% a la izquierda, frente a un 33,6% para la derecha y a un 35,5% para la izquierda en las tres emisoras de Fininvest. Las diferencias eran bastante más notables en favor de la derecha, sobre todo en Fininvest, por lo que se refiere a los telediarios: 43,7% y 23,3% en la RAI, frente al 52,3% y 17,3% de Fininvest.

Hay, sin embargo, un aspecto cualitativo que es fundamental, y ahí Berlusconi sí tendría que reconocer un control sobre los medios como no puede esgrimir ningún otro político ni de Italia ni del mundo. Esa es la novedad radical de estas elecciones. "Por primera vez, un líder electrónico ha saltado en persona a la palestra política. Es algo que tiene un antecedente mítico en el Ciudadano Kane de Orson Welles y otro antecedente satírico en Coluche. Pero que en el mundo de la política real no había ocurrido", afirma el comunicólogo Román Gubern, director del Instituto Cervantes de Roma.

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Esta novedad puede explicar muchas cosas nunca vistas en otras campañas electorales igualmente dominadas por la televisión, como ocurre en todos los países desde hace años. Berlusconi, por ejemplo, es el político que menos ha buscado a la prensa; ni siquiera ha tenido un aparato de información que diera cuenta de sus movimientos; ha prohibido la presencia de fotógrafos en sus escasos actos públicos; salvo contadísimas excepciones, sólo ha concedido entrevistas a sus propios medios; se ha negado a participar en programas debate, como los que abundan en sus cadenas, porque los considera ruidosos y poco democráticos; hoy realizará su primer y único cara a cara televisivo con el líder de la izquierda, Achille Occhetto, que, para marcar las diferencias, se ha presentado en todas las transmisiones que le han llamado.

La realidad es que Berlusconi no ha necesitado más apariciones televisivas que las programadas por él mismo. Su campaña de choque fue un mes largo de anuncios masivos de lanzamiento de Forza Italia, que ningún otro partido podía permitirse. Luego, sus convenciones a puerta cerrada llevaron a varios puntos de Italia su misma imagen engominada sobre el mismo decorado azul cielo como publicidad de mantenimiento.

"Es un personaje puramente mediático, como se ve por la impostación de la voz, por el filtro que vela la imagen, por el maquillaje, sobre todo, y por la retórica", comenta Gubern, que ve en esta experiencia un peligro para Europa si cunde el ejemplo: "La contaminación por las técnicas comerciales de seducción implica el riesgo de que el lenguaje político quede hueco, porque lo que se dice es tan vacío como el mensaje del anuncio de un detergente". Lo cierto es que Berlusconi ha contribuido personalmente poco al debate de estas elecciones. Ha sido el tema más que el sujeto.

'La Voce' de Montanelli

Son exigentes las condiciones de reconciliación que Indro Montanelli pone a Silvio Berlusconi en el primer número del diario La Voce, que salió ayer a la calle. "Si Il Cavaliere asumiera las posiciones que fueron y siguen siendo las nuestras mucho antes de ser suyas, renunciando a esas actitudes de hombre de la Providencia que privan de toda credibilidad a sus mayúsculas palabras, le daríamos lealmente la mano", afirma el veterano periodista, de 85 años, símbolo de la derecha tradicional italiana, en su columna de primera página.El nuevo diario fundado por Montanelli es mucho más gráfico y agil que Il Giornale, que ha dejado en manos de Berlusconi tras una sonada ruptura por motivos profesionales y políticos.

La primera página presentaba un rostro partido que correspondía por mitades a Berlusconi y al líder de la izquierda, Achille Occhetto, con el subtítulo: "Nace la Segunda República. ¿Pero cuál?".

Montanelli anunciaba que hoy empezará a ocuparse de recomendar un voto para las elecciones del próximo, domingo. La Voce es propiedad de "varios centenares de accionistas, ninguno de los cuales puede poseer más del 4% del capital", dividido en acciones de unas 40.000 pesetas. El medio millón de ejemplares tirado se agotó.

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