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Cambios más aparentes que reales en el congreso de renovación del PC francés

El XVIII Congreso del Partido Comunista Francés (PCF), que concluyó anoche, puede parecer el del gran cambio renovador: se va el secretario general, Georges Marchais, el hombre que apoyó la invasión soviética de Afganistán, y le sucede un casi desconocido, Robert Hue; se liquida el llamado "centralismo democrático"; se admite que no basta con suprimir el capitalismo para superarlo y se afirma que "liberar la sociedad de la dominación capitalista de clase no supone privilegio alguno para una clase determinada". Pero se trata de cambios más aparentes que reales.

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El renovador Philippe Herzog puso de relieve esas apariencias. Así, al hablar de la sucesión del. secretario general, señaló que no había que olvidar que "el problema de Georges Marchais es que dejen tranquilos su pasado y su gestión". Para Herzog, el líder comunista ha querido un sucesor "susceptible de evolución pero al que, al mismo tiempo, sea posible controlar a distancia".Respecto a la "superación del centralismo democrático", que había llevado a "confundir un¡dad y uniformidad, no puede decirse que desaparezca, de hecho, de los estatutos del PCF, que siguen negando el derecho a constituir tendencias, cualquier idea de representación proporcional en los órganos de dirección de "las distintas sensibilidad, y niegan también el derecho a presentar textos alternativos a los de la mayoría resultado de la votación, con 1.485 votos a favor de la tesis oficial : sólo 96 contra, explica mejor que cualquier razonamiento la supervivencia del principio teninista.

Otra realidad a "superar" era el capitalismo. El filósofo renovador Lucien Séve se quejo de que "para adelantar al capitalismo hace falta una punta de velocidad que no veo en nosotros, demasiado lentos y timoratos en nuestra necesaria metamorfosis". Ele lentitud y temor hay que hablar en un PCF que ahora pide públicamente "disculpas a los comunistas sinceros que hemos combatido", pero que sigue siendo incapaz de asumir el pasado de Marchais como trabajador voluntario en la Alemania nazi.

No sólo Marchais se va. Charles Fiterman, número dos del PCF, hace lo mismo, convencido de "la imposibilidad de cambiar algo desde dentro,". También tira la toalla Roland Leroy, director de LHumanité, o Lucien S¿ve. En marzo de 1993, el PCF obtuvo el 9,3% de los votos, muy lejos de las tradicionales cotas, superiores al 20%, mantenidas hasta 1978. Ahora es un partido de protesta, que pretende capitalizar todos los descontentos aunque sean contradictorios. Así, en nombre de la lucha contra el paro, el PCF ha participado en campañas contra la emigración, pero en nombre de la defensa de las libertades, encabeza manifestaciones contra la expulsión de extranjeros.

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