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Reportaje:

Los genes tardan en rendirse

La investigación gen ética encuentra serias dificultades para ser aplicada en la práctica

A finales de marzo, investigadores de seis centros científicos del Reino Unido y Estados Unidos firmaron un artículo en la revista Cell en el que daban por concluida la búsqueda de casi 10 años del gen que causa una enfermedad hereditaria muy grave, la corea de Hungtinton. Era el último anuncio, por ahora, de los desgranados en tomo a la identificación de genes responsables o relacionados con enfermedades de origen genético. Pero los investigadores también están confirmando la complicación que albergan los mecanismos genéticos, y los pasos siguientes, el diagnóstico y la terapia, todavía presentan graves problemas de aplicación y hacen surgir nuevos reparos éticos.

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Reparos éticos

"El número de genes que se estima que hay en el genoma humano es entre 50.000 y 100.000, de modo que si cada gen causara una enfermedad, habría igual número de enfermedades genéticas", explica José Fernández Piqueras, catedrático de Genética de la Universidad Autónoma de Madrid. "Y una mutación en un gen puede ser un cambio minúsculo, en una sola base de ese gen, de forma que se puede uno imaginar la cantidad de mutaciones diferentes o formas distintas de la enfermedad que se pueden producir en cada gen".Pasando de la teoría a la práctica, el listado de enfermedades genéticas, que se publica en un catálogo, alcanza ahora las 4.000, de las cuales la mayor parte son muy poco frecuentes, pero esto no quiere decir que estén aislados los genes responsables. De hecho sólo hay unos 570 genes implicados en enfermedades concretas que están ya aislados y clonados, y entre ellos no llegan a 200 aquellos de los que se conoce la o las mutaciones que dan lugar a determinados trastornos.

Las enfermedades genéticas se dividen en dos grupos, las monogénicas o mendelianas, que tienen detrás uno o pocos genes, y las demás, que son de carácter multifactorial. Esto quiere decir que debe haber muchos genes implicados y que además hay una gran influencia del ambiente; es el caso del cáncer, la diabetes, la hipertensión, o las enfermedades maniacodepresivas.

400 mutaciones

Pero el tema es todavía más complicado: "Del gen de la betaglobina se conocen 400 mutaciones distintas, que darían lugar a 400 variantes de la betatalasemia, con diferentes manifestaciones clínicas", resalta Fernández Piqueras. "En la fibrosis quística hay una mutación asociada con las alteraciones pancreáticas, pero cuando avanza la enfermedad se dan trastornos pulmonares que se tienen que deber a otra mutación del mismo gen".Toda enfermedad genética da lugar a una alteración bioquímica de la proteína cuya producción ese gen gobierna. Cuando no se conoce cuál es la alteración, como sucede con la corea de Hungtington, la fibrosis quística o la distrofia muscular, la búsqueda del gen es más difícil que en las enfermedades en las que se sabe qué es lo que funciona mal.

La ingeniería genética y la elaboración del mapa del genoma humano son los instrumentos que, desde hace unos 10 años solamente, han permitido avanzar en sentido inverso, buscando primero el gen entre miles e identificando luego sus funciones, sus mutaciones y las alteraciones bioquímicas consiguientes.

Pero enfermedades complicadas como la de Alzheimer familiar (hay otros tipos de Alzheimer) se han relacionado ya con genes situados en tres cromosomas distintos. "Es bastante probable que enfermedades, por sencillas que parezcan, finalmente sean heterogéneas y haya diferentes tipos", afirma Fernández Piqueras.

Sin embargo, este método ha permitido avanzar, a pesar de las dificultades, y la lista de enfermedades para las que se han encontrado mutaciones genéticas relacionadas crece cada año.

Conocer la causa de las enfermedades genéticas no es un fin en sí mismo más que para los científicos. El paso siguiente es intervenir en el nivel genético del individuo para modificar o sustituir los genes defectuosos y las deficiencias asociadas. Pero la terapia génica no es fácil, como lo demuestran los todavía escasos intentos experimentales, en los que se han puesto de manifiesto grandes dificultades para colocar los genes correctos donde resulten eficaces en el organismo humano.

Lo que sí es más fácil e inmediato es un paso intermedio: la puesta a punto de pruebas de diagnóstico que permitan saber con certeza si un individuo posee determinado defecto genético ligado a una enfermedad. En este paso intermedio ya empiezan a surgir los problemas éticos que son inherentes al avance científico en genética humana.

"El tema es demasiado importante para dejarlo en manos de políticos y científicos", afirmó recientemente David Weatherall, director del Instituto de Medicina Molecular de la Universidad de Oxford, al tiempo que pedía el inicio de un gran debate público. "El 99% de las cosas tienen una base genética, pero se puede tener un gen enfermo y no padecer nunca la enfermedad", dice, por su parte, Fernández Piqueras.

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