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"La corrupción no es inevitable"

Spadolini fue investido ayer doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid, y en su discurso de investidura desarrolló el tema España, Italia y Europa. Durante la entrevista concedida a este periódico se mostró satisfecho por el trabajo que realizó, cuando en 1981 y 1982 presidió el Gobierno italiano, para "incorporar España a la Comunidad Europea y también a la OTAN". Durante su estancia en Madrid fue recibido por el Rey Juan Carlos y el presidente del Gobierno español, Felipe González, y mantuvo encuentros con el ministro de Exteriores, Javier Solana, y los presidentes del Congreso, Félix Pons, y del Senado, Juan José Laborda.Periodista (fue director del milanés Corriere della Sera y del Resto del Carlino de Bolonia) e historiador (su último libro, Il mondo frantumato, está dedicado al mundo hecho añicos de nuestros días), este florentino que se acerca pesadamente a los 68 años fue el primer laico que dirigió un Gobierno en la Italia de la posguerra. Incorporado a la política a través de su partido, el republicano, fue ministro con el asesinado Aldo Moro y con Giulio Andreotti y preside el Senado italiano desde 1987.

Antes de coger el avión hacia Madrid el miércoles por la tarde tuvo que afrontar una demanda de los senadores democristianos: pedir explicaciones al senador también republicano Luciano Benetton por su nueva campaña publicitaria, en la que posa desnudo. "Manifesté al senador mis dudas sobre la utilidad de su nueva publicidad, y él me contestó que tenía un carácter humanitario. En cuanto pueda trasladaré esa explicación a los democristianos", declaró jocoso.

Spadolini es consciente del peligro de que la corrupción que sacude al país esté disociando, a los ciudadanos de la sociedad política. Al exponerle que España, Francia y ahora Alemania están afectadas por esa lacra y plantearle si puede llegarse a pensar que ese estado de cosas sea como el lubricante que hace funcionar el engranaje del sistema de partidos, responde: "Un cierto grado de corrupción parece inseparable de las democracias industriales avanzadas, pero eso no quiere decir que sea inevitable y que fatalmente deba ser así. El problema es que los partidos no deben sustituir a la sociedad civil. Los partidos deben ser conscientes de que deben dedicarse a ser gestores de ideas, no de bienes ni de empresas, porque eso corresponde a la Administración pública. Los partidos deben tener el coraje de afrontar este problema, de cambiar, porque en caso contrario el desencanto puede llevar a tentaciones autoritarias".

Lucha contra la Mafia

Con relación a la lucha contra la Mafia, el presidente del Senado italiano no contempla con suspicacia que se haya tardado tanto tiempo en cosechar triunfos como la detención del capo Salvatore Toto Riína ni entra en "el porqué ahora". "Éste éxito es reflejo de un mayor esfuerzo del Estado italiano, de magistrados como Falcone o Borsellino [asesinados por la Mafia], de los carabineros. Debemos estar satisfechos", afirma, para añadir que es una dura y dificil lucha contra una organización que tiene un "mundo de relaciones oscuras con organizaciones secretas como la P-2 o sectores de la Administración pública".Sobre la reforma institucional que afronta Italia, con una decena de referendos en perspectiva, declaró que cualquier cambio en la estructura política debe "estar precedido por la reforma electoral" en el sentido de corregir el actual sistema proporcional y que el protagonismo del proceso debe seguir en manos del Parlamento.

Para Spadolini, una "unidad mercantilista" no lleva a la Europa política.. Advierte del peligro de esa visión economicista o del de una Europa a dos velocidades: "A los nunca apagados impulsos nacionalistas y las tensiones mercantilistas propios de una visión ya envejecida de la historia, el Tratado de Unión Política Europea propone un proyecto de gran envergadura que los demócratas deben defender y preservar a toda costa".

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Carencias de Europa

El presidente del Senado italiano cree que a . un falta camino por re correr para llegar a su ideal de una "Europa federal compuesta de Estados nacionales que no contrapongan espacios regionales, ya que esto sólo servirá a la confusión en el seno de esos mismos Estados".De las actuales carencias de la unidad europea da, en su opinión, una clara idea la evolución del conflicto yugoslavo y la ausencia de capacidad de Europa de actuar ahí con peso propio. Yugoslavia "es la prueba de que Europa no existe como fuerza de intervención resolutoria en conflictos que le afectan directamente y de cómo todos los particularismos nacionalistas son, en sustancia, contradictorios con el ideal europeo".

En cualquier caso, rechaza que la OTAN o la Unión Europea Occidental deban intervenir militarmente en ese conflicto y les niega competencia para ello.

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