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Entrevista:ESPAÑA, UN ESTADO DE ÁNIMO

"Cuesta mucho admitir la diferencia"

Alavedra no carga las tintas al hablar de la política económica socialista, ni siquiera cuando el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, ha alzado el tono de las críticas en los últimos días, pero expresa una buena dosis de escepticismo sobre lo que, a su entender, se ha avanzado en la comprensión del hecho diferencial catalán.P. Éxitos deportivos y organizativos al margen, ¿qué reflexión hace sobre los Juegos Olímpicos como fenómeno social?

R. Desde el punto de vista de imagen de Barcelona, de Cataluña, de imagen de calidad y prestigio, de proyección internacional, han sido unos JJ OO fabulosos. Sobre los símbolos hay varias consideraciones: en la ciudad, la gente ha mostrado deforma abrumadora su alegría con la bandera catalana. Luego ha habido unos intentos un poco forzados de presencia de la bandera de Barcelona. Salir con una bandera de Barcelona contrapuesta a la catalana ha sidoun error. Las banderas son de los países y Barcelona es la capital de Cataluña.

P. Pero hubo también banderas espIñolas.

R. Ese ha sido un fenómeno nuevo, ligado a los triunfos deportivos. Jugaba el equipo de España, la gente quería que ganara España, en todas las pruebas había una gran representación catalana. Es normal que se produjera el fenómeno. Los símbolos han convivido con bastante naturalidad.

P. Pese a ello, da la impresión de que Convergéncia puso un especial ardor en ganar la batalla de la simbología. Por ejemplo, la Hamada a los catalanes para colgar en los balcones "sólo la nuestra", aludiendo a la senyera.

R. Colocar banderas es una manera natural de manifestarse. La bandera de Cataluña es la catalana; su himno, Els segadors y su lengua, el catalán, y aceptar esto ayuda a constituir un Estado plurinacional bien asentado.

P. Vista la identificación del público con los éxitos del equipo español. ¿Qué consecuencias extrae sobre impulsar el Comité Olímpico Catalán?

R. Hace falta reflexionar. Estudiar las posibilidades. No quisiera opinar personalmente. Ya lo ha dicho Jordi Pujol: hay que reflexionar.

P. La entrevista de mayo de 1991 entre el presidente del Gobierno, Felipe González, y Pujol se consideró como el fin de la guerrafría entre nacionalistas y socialistas iniciada con el caso Banca Catalana en 1984. ¿Se ha avanzado desde entonces?

R. Sí, en algunas cuestiones. La financiación de la normalización lingüística o la de la policía autonómica no sólo son positivas en sí, sino por lo que significan de aceptación del hecho diferencial. Y luego está el gran. tema de la revisión del sistema de financiación autonómica, sobre el que hay un acuerdo de principio, pero que las diferencias en el PSOE lo están retrasando.

P. Para el nacionalismo catalán mayoritario, España es una realidad en la que Cataluña está integrada, pero el problema es el encaje de Cataluña en esa realldad. ¿Dónde nos encontramos tras 15 años de democracia?

R. Hay un hecho que aún nos sorprende: que después de 12 años de gobernar en Cataluña, de coincidir con el Gobierno en cuestiones delicadas como la política económica o la de seguridad ciudadana, nos sorprende, digo, que en cualquier momento se nos ponga en cuestión. Cualquier pontencia de nuestro congreso, cualquier palabrita sirve para que se diga: ¿qué quieren éstos?, ¿dónde quieren ir? Es una constante vuelta a empezar.

P. Ese grado de incomprensión, ¿lo achaca por igual a los socialistas que a la derecha?

R. Creo que la reticencia para aceptar la diferencia va más allá de los partidos. Es consecuencia de 500 años de historia. Cuesta mucho admitir la diferencia. Yo no trazaría la división entre partidos. En cada uno hay sectores más dificiles que otros.

P. Y en cuanto a la sociedad española. ¿Qué percepción tiene usted de cómo han evolucionado las cosas desde 1977?

R. Las cosas no han avanzado lo suficiente. Pero también tenemos que hacemos una autocrítica por identificar demasiado a menudo lo que piensa la sociedad espaíñola con lo que dicen determinados medios de comunicación. Por ejemplo, las airadas reacciones ante la campaña de la Generalitat con motivo de los JJ OO para dar a conocer que Barcelona está en Cataluña. Si esa fuera la reacción general del pueblo español, entonces habríamos avanzado muy poco. Por otra parte, creo que ahora se da un fenómeno por el que hay gente que incluye en su lenguaje el reconocimiento del hecho diferencial, pero que está muy lejos de admitirlo.

P. Dándole la vuelta a esto, podría decirse también que ustedes admiten la realidad española, pero que no la aceptan íntimamente. Da la impresión de que a través del uso de un determinado lenguaje pudieran obviar la existencia de España. Por ejemplo, en los medios de comunicación de la Generalitaf pueden oírse expresiones como "todos los tenistas estatales han pasado a la siguiente ro nda", o que el vencedor del Tour es el navarro Induráin, que se impone a dos italianos.

R. Esto forma parte de esa búsqueda constante del detalle que permita demostrar que el na cionalismo catalán no acepta el marco español. Y entonces se obvia que nosotros hemos aceptado la Constitución y el Estatuto de Autonomía o nuestra parti cipación en 1986 en una opción estatal como fue el Partido Reformista. Nadie tiene en cuenta que desde Convergéncia se ha dicho que el catalanismo político debe participar en el Gobierno central si la ocasión se presenta. ¿Qué más quieren? ¿Nos echan en cara que utilicemosla palabra estatal? Recuerden que eso era de uso común durante la transición. Además, no tenemos ningún reparo en hablar de España.

P. Tras el fracaso de la Operación Reformista, en 1986, Flujol dijo que ello demostraba que los catalanes podían poner la máquina, pero no ser los maquinistas. Seis años después, ¿lo ve igual?

R. Esta es una impresión .muy compartida en Cataluña.

Lo que pasa es que sobre eso preferimos no insistir. Porque cuando alguien desde otros puntos del Estado se queja de estar marginado no ocurre nada, pero cuando lo hacemos nosotros, automáticamente se nos acusa de-victimistas.

P. Pujol pidió en mayo de 1991 en la Universidad Carlos III que el presidente González hiciera pedagogía del hecho diferencial ,catalán. ¿Tiene usted la impresión de que eso ha ocurrido?

R. No lo creo. Por ejemplo, con motivo de los JJ OO, Barcelona y Cataluña han hecho quedar bien a toda España; tampoco veo ningún reconocimiento. No se nos reconoce que delde un punto económico hayamos contribuido signifícativamente al crecimiento y bienestar del Estado español, o la introducción de nuevas ideas. Por el contrario, sólo queda la sensación de una Cataluña insolidaria, enriquecida gracias al resto del Estado.

P. ¿Cuál es la explicación sencilla de la tesis catalana de re.visión del sistema de financiación que supone que Cataluña tenga una, mayor dotación por servicios y una gestión directa de parte de su esfuerzo fiscal?

R. Nosotros decimos que en la prestación de servicios todo ciudadano del Estado tiene los mismos derechos, y por tanto que un ciudadano de Cataluña debe recibir lo mismo por el concepto sanidad o educación que cualquier otro. Por otra parte, pedimos que cada vez más los recursos vayan ligados al pago de impuestos que se hace en cada comunidad. Y luego que todo eso se corrija con los mecanismos de solidaridad convenientes. No olvidemos que todo ello, además, está complementado con las ayudas de la CE, lo que representa una cifra per cápita para las, regiones más atrasadas muy superior a lo que recibe Cataluña. En todo eso no se quiere entrar. Si seguimos así, dificílmente habrá partes del Estado que puedan jugar,un papel punta en Europa.

P. A Carlos Solchaga, ¿se le ha ido la situación de las manos o la evolución de los acontecimientos no es achacable a él?

R. Tengo que relacionarme con el ministro de Economía y no sería lo más prudente hacer valoraciones personales sobre su gestión. Puede criticarse a Solchaga, pero también pueden darse explicaciones sobre por qué ha sucedido todo esto que son ajenas a él: el alza de los tipos de interés. del Bundesbank, la baja en la recaudación fiscal... Lo importante es que las previsiones del Gobierno han fallado y que las consecuencias no se han explicado bien.

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