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EL POP 84, DE NUEVO CAMPEÓN DE EUROPA DE BALONCESTO

El Barcelona no pudo con su 'bestia negra'

Robert Álvarez

ENVIADO ESPECIAL

El Barcelona se estrelló por tercera vez consecutiva contra el mismo muro y perdió la final de la Copa de Europa ante el Pop 84. El equipo yugoslavo le ha condenado a vivir el destino raso de eterno aspirante, condición que, además, podría abandonar si no vence pasado mañana en la pista del Forum de Valladolid, puesto que no podría volver a la máxima competición continental el próximo año.

Como en el chiste de Groucho Marx en el que alguien le pregunta "cómo está" y él responde "comparado con qué", el Barcelona, campeón de las últimas cuatro Ligas españolas y considerado unánimente como favorito en las competiciones europeas, deberá acostumbrarse a ser Juzgado siempre en relación al Pop 84.

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El Barcelona se enmarañó de nuevo con el sistema y los recursos de su bestia negra. Al final, resultó que la alianza con el enemigo (Bozidar Maljkovic pasó del banquillo de sus compatriotas al catalán al principio de esta temporada) no sirvió de gran cosa. La nefasta actuación de sus jugadores no fue menor y no fue más que un mero reflejo de la de su responsable técnico.

La pretendida superioridad del Barcelona se basaba en su fuerza bajo los tableros. Pues bien, fije batido en toda regla con sus propias armas y no supo cómo trasladar la batalla a otro terreno, El encuentro se definió a centímetros de la canasta y no hubo forma de cambiar esa tónica. Allí se puso de relive el, talento de Kukoc, la estrella del conjunto yugoslavo, que ayudó convenientemente a sus pivots sin que fuera sorprendido más que en un par de ocasiones por Lisard, el hombre del que se encargó en principio. El estadounidense Lester, que llegó a Split como un remiendo más, fue casi tan fundamental como Savic.

En el minuto 17, tal vez porque no hay nada más absurdo que un equipo inteligente situado en una situación tonta, el Barcelona ya había hecho todo lo que no debía hacer para ganar. Había perdido seis posesiones del balón, había logrado sólo tres tiros libres de ocho intentos, había comprobado el mermado juego de Norris, lesionado en el hombro, y las dificultades de Ortiz en las tareas defensivas y había visto cómo su tiro exterior hacía agua. Siendo así, no era de extrañar que ya perdiese entonces por 12 puntos, 26-38, después de haber logrado el último empate parcial, a 17, en el 8.

El conjunto azulgrana echó mano de todo lo que requiere un estudiado suicidio. Eligió el mejor veneno y si no murió antes fue porque calculó mal la dosis, es decir porque el Pop 84 perdió los papeles a un minuto del descanso y, a base de perder balones, permitió que la diferencia se rebajase a la mitad, 34-40.

El partido reveló su más que discreta calidad en los primeros instantes de la reanudación, en los que el Barcelona no logró encestar hasta que habían transcurrido casi cinco minutos, atascado en el ataquen en el que forzó constantes penetraciones de Epi y Solozábal a cual de ellas más forzada.

Maljkovic, que por entonces ya se había olvidado de Lisard y había utilizado un recurso tan de emergencia como situar a Gali lea sobre Kukoc, recurrió a una zona de acoplamiento con tres hombres altos, Trumbo, Ortiz y Norris, que descentró por unos instantes a los de Split, situando la contienda en un 48-50 (m. 29). Coincidió ello con la cuarta personal de Kukoc. El Barcelona fue infiel en ese momento a su conducta habitual y se aceleró más de la cuenta.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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