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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El eterno embrollo de Italia

ITALIA VUELVE a estar sin Gobierno. La crisis ha llegado por sorpresa, provocada por el minúsculo Partido Liberal, que cuenta sólo con el 2% de los votos. El que además se produzca, como un rayo, tras la victoria socialista de los referendos sobre las centrales nucleares y la justicia y en vísperas de la anunciada huelga general de los tres grandes sindicatos, ha hecho sospechar a los observadores que detrás del pequeño Partido Liberal, presidido por Renato Altissimo, pudiera esconderse la rapacidad política del lobo Craxi o incluso la astucia luciferina de la zorra Andreotti, a quien se atribuye la aspiración de suceder a De Mita en la secretaría del partido democristiano.Lo cierto es que el Gobierno del joven Giovanni Goria, que había sido acogido por la opinión pública con simpatía, empezó a revelar su debilidad congénita cuando se le negó una "mayoría política orgánica" como la que había tenido el anterior Gobierno de Craxi. No la tenía porque los socialistas habían preferido apoyar sólo una mayoría simple de programa. Craxi, obligado a dejar la presidencia, no quiso condicionarse al pacto de legislatura que le proponía De Mita para poder sentirse libre de abrir contactos con el partido comunista con vistas a una posible alternativa laico-socialista apoyada por los comunistas. Sólo él podría presidir esa alternativa. Con todo lo cual, el Gobierno de Goria se había convertido "en una pirámide hecha con bolas de billar" que podía ser derruida en cuanto alguien soplara.

Por tanto, no era difícil hacer caer el Gabinete. Y han sido los liberales, probablemente sin ningún tipo de maquiavelismo, quienes han llevado a cabo en solitario este gesto espectacular. La ocasión era buena: el Gobierno, en su ley de presupuestos, había traicionado el importante punto del programa de moderar algunos impuestos que afectaban sobre todo a los trabajadores dependientes de un sueldo. El Gobierno había justificado su giro en este punto aludiendo a la crisis de los mercados bursátiles. Los liberales pidieron entonces que se disminuyera la deuda pública del Estado, que alcanza cifras astronómicas, en vez de gravar a los contribuyentes. El Gobierno no les concedió lo que pedían, y los liberales decidieron perpetrar contra el Gobierno lo que unos llaman suicidio y otros califican de eutanasia política.

Lo que ahora ocurra dependerá de los proyectos de Craxi, quien ha seguido gobernando durante este último trimestre desde la sombra, condicionando cada una de las decisiones de Goria. Ya ha amenazado con iniciativas graves si la clase política italiana no. toma inmediatamente nota de que él ha sido quien ha ganado el referéndum sobre la justicia. El líder socialista exige una legislación que obligue a los jueces a pagar de su bolsillo por los errores que cometan.

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Por su parte, De Mita podría aprovechar la ocasión para volver a pedir a los socialistas un "pacto de mayoría de gobierno", alegando que de otro modo sería imposible gobernar. Un acuerdo entre democristianos y comunistas es imposible sin que se produzca una profunda herida interna en ambos partidos. De ahí la tranquilidad de los socialistas su fuerza y su capacidad de condicionar a la propia Democracia Cristiana. Aunque a paso de elefante, su partido crece y vence en todas las confrontaciones electorales, mientras que, al contrario, comunistas y democristianos acaban perdiendo siempre en cada nueva elección. A Craxi le conviene esperar a que la distancia que le separa de los dos mayores partidos vaya decreciendo para presentarse como el nuevo centro político en clave reformista, capaz de sustituir a la vieja y cansada, pero al mismo tiempo eterna, Democracia Cristiana. Él tiene la sartén por el mango, situado en la posición privilegiada de quien sabe que sin él o contra él no es posible, hoy por hoy, formar ningún Gobierno.

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