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El caso del 'Achille Lauro' provoca una grave crisis en las relaciones Washington-Roma

Juan Arias

La relaciones entre Italia y Estados Unidos no habían conocido, a lo largo de toda la historia reciente, una crisis tan grave como la desencadenada a raíz del secuestro del trasatlántico Achille Lauro. Es la primera vez que un Gobierno italiano desobedece las órdenes del gran aliado y amigo norteamericano, y lo ha hecho un presidente, el socialista Bettino Craxi, que fue calificado hace sólo unos meses por Ronald Reagan como "uno de los mejores políticos actuales del mundo".

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Las imágenes del embajador norteamericano en Roma, Maxwell Raab, saliendo del palacio del Gobierno la tarde del sábado, enfurecido tras haber entregado una dura nota de protesta en nombre del presidente de Estados Unidos por haber dejado escapar al jefe del Frente para la Liberación de Palestina (FLP), Abul Abbas, son tan insólitas en este país que la televisión las ha difundido, con incredulidad, docenas de veces en las últimas 24 horas.La nota norteamericana la entregó a la Prensa el mismo embajador Raab. El texto afirma que "el Gobierno de Estados Unidos considera incomprensible el hecho de que las autoridades italianas hayan permitido a Abul Abbas abandonar Italia cuando el Gobierno norteamericano había pedido su detención". Añade que Abul Abbas "es uno de los terroristas palestinos hoy más famosos y que ha participado en ataques salvajes contra civiles", y asegura que pruebas existentes hacen pensar con fuerza que el dirigente palestino ha estado "penalmente implicado en el secuestro del buque Achille Lauro y hasta que haya planificado y organizado la operación".

La nota de protesta confirma que un juez federal norteamericano ha cursado ya orden de detención internacional contra Abul Abbas y concluye diciendo: "El Gobierno de Estados Unidos se sorprende de que el Gobierno italiano no se haya atenido a las debidas diligencias y se siente profundamente desilusionado". Lo cual, en el. lenguaje diplomático, significa, sin duda alguna, que está profundamente disgustado. El embajador Raab subrayó que Estados Unidos había pedido la detención preventiva del líder del FLP.

La presidencia del Gobierno italiano no ha respondido todavía de forma oficial a la nota de protesta de Estados Unidos, pero está anunciada para hoy una reunión urgente del Consejo de Ministros pedida,por el encargado de la Defensa, Giovanni Spadolini. De momento, Bettino Craxi declaró ayer que las decisiones de su Gobierno en este caso habían sido «justas y prudentes".

También se ha adelantado a responder el ministro de Asuntos Exteriores, el democristiano Gitilio Andreotti, que ayer mantuvo una entrevista de más de dos horas con el embajador norteamericano. Andreotti afirmó con flema: "Confieso que la situación que se ha creado es muy difícil, pero peor hubiese sido si el buque estuviera aún en manos de sus secuestradores".

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De lo que no cabe duda, como afirmaban ayer todos los observadores políticos, es de que la existencia de un muerto durante el secuestro ha complicado terriblemente las cosas al Gobierno Craxi. Sin esta circunstancia, quizá todo hubiese acabado en gloria; ahora, con su sombra dramática, todo se ha complicado, sin que se puedan prever las consecuencias que tal cadáver podrá acarrear al equilibrio interno e internacional de la hábil pero frágil política italiana. En efecto, Italia, de ser amiga de todos y felicitada por todos tras la resolución del secuestro de la nave hace sólo unos días, hoy se ve enfrentada a la vez con los Gobiernos de EE UU, Egipto, Túnez e Israel, y hasta con su gran amigo Yasir Arafat, que ha reclamado, por medio una carta enviada ayer a Craxi, la entrega de sus compatriotas, como había sido pactado.

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