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Renovación en el colegio cardenalicio

Juan Pablo II designa 28 nuevos cardenales de la Iglesia, entre ellos el arzobispo de Madrid

Juan Arias

Juan Pablo II, tras meses de espera, anunció ayer un nuevo consistorio, que se celebrará el día 25 de mayo próximo, y en el que nombrará 28 nuevos cardenales de la Iglesia pertenecientes a 19 países, entre los que figura el arzobispo de Madrid, Angel Suquía. El anuncio del consistorio lo hizo durante la audiencia general, sin haber informado previamente ni a su oficina de Prensa ni a la misma Radio Vaticana. Dos de los nuevos cardenales están también relacionados, con España: el actual nuncio apostólico en Madrid, Antonio Innocenti, y el ex nuncio en España Luigi Dadaglio, actual propenitenciario mayor del Vaticano.

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El bloque mayor de los nuevos cardenales pertenece a la curia romana, con un total de 11 purpurados. Mientras, se ha quedado significativamente fuera del consistorio el conocido arzobispo de las finanzas vaticanas, Paul Marzinklis, señal de que su imagen ha quedado muy deteriorada tras el vendaval de escándalos que agitó el IOR, la banca del Papa, de la que aún sigue siendo el presidente a todos los efectos.Del total de los nuevos cardenales, cinco son italianos, entre ellos los arzobispos de dos diócesis imortantes: Giacomo Biffi, de Bolonia, uno de los mayores opositores actuales al Gobierno comunista de la ciudad y eclesiástico de cruzada, muy cercano al papa Wojtila en su estilo pastoral combativo, y Sibrano Piopanelli, de Florencia, que, por el contrario, es un arzobispo de tendencias más bien conciiares.

Dos cardenales han obtenido Polonia, Estados Unidos, Francia y la República Federal de Alemania, mientras que Holanda, Austria, España, Bélgica, Checoslovaquia, Ucrania, Etiopía, Nigeria, India, Filipinas, Chile, Nicaragua y Venezuela han recibido cada una sólo un nuevo cardenal.

En total, la Iglesia católica contará el 25 de mayo con 152 cardenales, de los que sólo 120 podrán ser electores del papa, al tener menos de 80 años, límite de edad que impuso Pablo VI como condición para poder participar en el cónclave que elige al nuevo papa.

El rigor del cupo

Juan Pablo II, que ha elogiado el carácter internacional del nuevo consistorio, ha subrayado que otros prelados hubiesen sido también muy dignos de recibir el honor cardenalicio, pero que había querido atenerse al número impuesto por el papa Pablo VI. De los actuales 152 cardenales, 58 han sido ya nombrados por el actual pontífice.

Entre los nuevos cardenales figura esta vez uno que, en caso de un nuevo cónclave, no podría ya participar. Se trata del sacerdote italiano Pietro Pavan, de 82 años, que había sido con Juan XXIII una pieza clave en la renovación conciliar, ya que a él, con gran fama de sociólogo, rector de la universidad del Laterano, el papa Roncalli le había encargado la famosa encíclica Mater et magistra. También había sido el relator en el concilio del documento sobre la libertad religiosa. Después, increíblemente, Pietro Pavan eclipsó y quedó arrinconado, al parecer, por contrastes personales con Pablo VI, que nunca le hizo obispo.

Esta vez, Juan Pablo II, en el 20º aniversario del concilio, ha querido hacer este gesto simbólico de resucitar a una de las figuras conciliares más importantes, que vivía olvidado en las afueras de Roma en un convento de monjas. Con este nombramiento, según algunos observadores, el papa Wojtyla ha intentado quizá rescatar la imagen de un consistorio de marca claramente conservadora.

De la derecha

De hecho, la mayor parte de los nuevos cardenales pertenece a la llamada derecha de la Iglesia, empezando por la mayor parte del bloque de la Curia Romana, si se exceptúa a Luigi Dadaglio, ex nuncio en España, a quien por fin se ha hecho justicia, ya que había sido el único nuncio salido de Madrid por la puerta pequeña sin el capelo cardenalicio. Mientras, se ha quedado de nuevo fuera una de las figuras más entrañables y conciliares de la Curia, el español Maximino Romero de Lema, gran amigo personal de Pablo VI y poco amigo del Opus Dei.

Por lo que se refiere a América Latina, además de haber estado muy poco representada en proporción a su importancia numérica, lo que más destaca es el nombramiento de Miguel Ovando Bravo, arzobispo de Managua, la oveja negra de la teología de la liberación y enemigo acérrimo de la experiencia socialista nicaragüeña, y la ausencia, al mismo tiempo, del arzobispo de El Salvador, Arturo Rivero y Damas, valiente sucesor de Óscar Carlos Arnulfo Romero, asesinado por los escuadrones de la muerte mientras celebraba misa.

Por lo que se refiere a Polonia, el nuevo cardenal, el obispo de Breslavia, Henryk Roman, está considerado como el elemento más duro del episcopado frente al régimen, y había sido acusado durante el proceso por la muerte del padre Popieluszko de haber sido el canal por donde pasaban los millones de dólares al sindicato Solidaridad.

Se advierte la falta de un obispo en Suráfrica, y una vez más los brasileños se han quedado defraudados, tras haber sido negado el capelo cardenalicio a un personaje como Helder Cámara, símbolo de la resistencia conciliar y desde siempre en la brecha a favor de los más pobres.

En general, las primeras impresiones de los observadores romanos es que se trata de un consistorio gris, sin grandes personalidades, y que servirá, eso sí, para consolidar la tendencia conservadora del actual pontificado polaco.

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