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La oposición mexicana empieza a dudar de la voluntad democratizadora del Gobierno

Más de 25 millones de mexicanos están convocados a las urnas el 7 de Julio para renovar los 400 escaños del Congreso federal. Los votantes de siete Estados elegirán también a sus gobernadores. Con seis meses de antelación arrancó ya la campaña en el Norte, donde una derecha emergente hace peligrar la absoluta hegemonía de la que ha gozado el Partido Revolucionario Institucional (PRI) durante 55 años. Casi en el ecuador del mandato presidencial, estas elecciones servirán para medir la voluntad democratizadora del actual Gobierno.

El presidente Miguel de la Madrid ha dado instrucciones específicas a su secretario de gobernación, Manuel Bartlett, para que se garantice la limpieza de todo el proceso. La oposición tiene escasa fe en las promesas gubernamentales y todos los partidos, de derecha o izquierda, han pedido a sus militantes que se movilicen el día de las elecciones para defender sus papeletas a pie de urna.Los sucesos ocurridos recientemente en Piedras Negras y Moncloa, dos municipios del Estado de Coahuila, constituyen un mal precedente. El partido del Gobierno se negó a reconocer su derrotaantelos candidatos conservadores del Partido de Acción Nacional (PAN) en unos comicios locales, lo que degeneró en protestas populares, cargas de la policía, incendio del Ayuntamiento e intervención del Ejército. Dos personas murieron en los disturbios de Piedras Negras.

La mala conciencia del PRI le ha llevado a negociar en secreto estos dos casos con los dirigentes del PAN, algo que a juicio del presidente de este partido, Pablo Emilio Madero, constituye de por sí una anomalía. "En una democracia no hay por qué discutir los votos, basta con darlos y entregar el Ayuntamiento al ganador".

Desde las antípodas ideológicas, el líder comunista Pablo Gómez, secretario general del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), opina que "el Gobierno no tiene una voluntad real de respetar el voto. Si se logra no será por una decisión suya, sino por la movilización popular. Para ocupar un municipio después de ganar las elecciones, hay que hacer una pequeña revolución, sólo porque el PRI quiere imponerse a como dé lugar".

Sonora y Nuevo León

Nunca el partido oficial perdió una elección de gobernador. Esta vez la derecha panista cree tener serias posibilidades, al menos en los Estados de Sonora y Nuevo León, fronterizos ambos con Estados Unidos y bastiones conservadores del país. Quizá con un exceso de entusiasmo Pablo Emilio Madero asegura que "ahogaremos en votos cualquier intento de fraude".Sobrino de Francisco I. Madero, que a comienzos de siglo encabezó la lucha contra la dictadura porfirista bajo el lema "Sufragio efectivo, no reelección", este otro Madero de hoy, escorado a la derecha, considera que los herederos de la. revolución sólo han cumplido la segunda parte de ese binomio.

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Lo peor del sistema, a su juicio, es que ha creado en el pueblo una desesperanza ante los procesos electorales, de forma que las victorias del PRI parezcan inevitables. "Eso desalienta la participación, y en última instancia el partido del Gobierno se aprovecha del abstencionismo. Sólo una masiva asistencia a las urnas y una enérgica defensa del voto pueden convencer al sistema de que reconozca sus derrotas".

Pablo Gómez admite que ha habido algunos progresos, por lo menos en la capital y en las grandes ciudades. "En las últimas elecciones del 82, nosotros tuvimos representantes en todas las casillas electorales del distrito federal y nuestros resultados coincidieron con el escrutinio oficial".

Desde el Gobierno, y a veces también desde la izquicírda, se acusa al PAN de exorbitar sus cuentas. Sólo Madero parece estar convencido aún hoy de que en las últimas elecciones para el Congreso Federal sus candidatos ganaron al menos en 80 distritos, habiéndosele adjudicado sólo uno. Nadie, fuera de su partido, toma en serio esta afirmación.

Pocas veces las acusaciones de fraude se apoyan en pruebas. La oposición asegura que el diseño de la ley electoral permite al Gobierno un absoluto control sobre todo el proceso. El líder conservador y el comunista coinciden en su análisis: el PRI tiene mayoría en los comités electorales de todos los niveles y nombra a los funcionarios de las mesas entre sus afiliados; los fiscales de los partidos opositores son expulsados con frecuencia y tardan horas en ser repuestos, de forma que cualquier manipulación puede realizarse en su ausencia. Por último, al Ejército, que debe ser el garante, se le obliga a jugar el papel de don Tancredo.

Dos corrientes

Madero entiende que en el partido gubernamental coexisten dos corrientes opuestas: los que consideran que la legitimidad del sistema no nace en las urnas, sino en una victoria revolucionaria que costó más de un millón de muertos, y aquellos otros que quieren una evolución democrática real. "Ésa es la gran debilidad del sistema", dicen. "Nosotros luchamos para que no se impongan los primeros, porque en ese caso caeríamos en una dictadura".Pablo Gómez asegura que "el PRI quiere mantener a todo trance un régimen de partido único, con una oposición residual, mientras el PAN pretende conducimos a un bipartidismo. Nosotros defendemos un sistema pluripartidista, con un congreso elegido por representación proporcional, que vaya poniendo límites al presidencialismo testamentario que hoy padecemos, donde el presidente ostenta todo el poder, incluso el de elegir a su sucesor".

Miguel de la Madrid ha reconocido en una reciente gira por Jalisco que aún falta mucho para alcanzar una democracia plena. Desde su discurso de investidura, se ha comprometido en repetidas ocasiones a respetar el sufragio popular como un componente más del programa de renovación moral. Algunos hechos no parecen haber respondido a estas promesas y en un país donde el presidente lo puede casi todo resultan difícil de explicar los desmanes dé algunos caciques locales, último eslabón en la cadena de mando priista.

Casi nadie le discute al partido oficial su hegemonía. Pablo Gómez cree que sin necesidad de fraudes obtendría al menos un 55% de los votos, porcentaje suficiente para gobernar. "Pero no les basta con eso, quieren avasallar con el 70%".

El líder del PAN considera peligroso este afán gubernamental por ganarlo todo a cualquier precio. "El Grupo de Contadora, del que forma parte México, ha propuesto la democratización interna para acabar con el conflicto de Centroamérica. El argumento sirve también a la inversa: si se cierran los caminos civilizados para luchar por el poder, si las elecciones no son limpias, estaremos propiciando la violencia". Añade que su partido jamás recurrirá a la metralleta, aunque defenderá con energía sus votos.

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