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Homenaje póstumo al crítico Eduardo Westerdahl

El crítico de arte Eduardo Westerdahl, fallecido recientemente en Tenerife, recibió un homenaje póstumo el jueves pasado en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife. En el acto intervinieron artistas, intelectuales y amigos personales de Westerdalil, considerado uno de los más importantes críticos del arte contemporáneo español, creador de la revista Gaceta de Arte, en los años treinta, e impulsor del superrealismo en este país.Uno de sus compañeros de generación, e íntimo amigo, el escritor Domingo Pérez Minik, se refirió a la existencia del crítico, que en tres momentos cruciales de su vida salió fuera de las islas para enfrentarse con la realidad cultural de Europa y le comparó, en su trajín viajero, con otros ilustres canarios, como el historiador Viera y Clavijo y el poeta Nicolás Estévanez. Dio la razón a la viuda, Maud, presente, como su hijo, en el homenaje, cuando aludió a la mente visual de Westerdahl.

"Trastocó la cultura de las islas, subvirtiéndola en contra de quienes ostentaban el monopolio de una cultura insular. Ello le llevó a una lucha que no fue nada cómoda. Su rebeldía debe servir de ejemplo, sobre todo a los jóvenes insulares de hoy", señaló José Arozena, miembro del grupo de intelectuales más próximo a Westerdahl. En el acto, el secretario de la entidad, José de la Coba, recordó el manifiesto institucional de la misma, que corresponde a un discurso pronunciado por el homenajeado en junio de 1926, en el que afirma: "Llegamos nosotros, los del Círculo de Bellas Artes, con el placer apostólico de volcar nuestro arte sobre todos". El presidente del Círculo, Roberto Oliva, dio las gracias a Westerdahl por haber dado vida desde entonces al mismo.

El escritor y periodista Ernesto Salcedo intervino para destacar su voluntad de cambiar el sentido estético de la vida, su espíritu crítico y su vitalismo esencial, citándole como padre y estudioso de artistas contemporáneos. Algo en lo que coincidieron Fernando G. Delgado, escritor (cuyas palabras fueron leídas en su ausencia), y Pedro González, artista; el primero habló de sus ganas de vivir y de su miedo a la soledad. El segundo se confesó, como pintor, hijo del crítico, quien bautizó su obra con el nombre de Cosmoarte. El escultor Martín Chirino cerró el acto reconociéndose heredero del movimiento de Gaceta de Arte.

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