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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Los doscientos

Alguien ha anunciado en el PSOE que la Moncloa contará con doscientos funcionarios, y ya ha empezado el mosqueo negro de los antidemócratas, la oposición espontánea (de nada le vale a Felipe González, en este sentido, secularizar la Oposición: siempre tendrá otra más desgarrada y sinuosa en la calle).O sea, que es mucho personal, adónde vamos a parar, ya empezamos con los enchufados, esos doscientos generarán otros doscientos cada uno, ha sonado el "Felipe, colócanos a todos", y en este plan. Ni siquiera vale la pena discutirlo Es de sentido común que el Gobierno y la presidencia de una nación, o de quince o veinte naciones, como ustedes quieran, no se lleva como una pensión de estudiantes, con la patrona y la chica de los recados y los pellizcos. Es evidente que la Administración y la burocracia proliferantes madrepóricamente son un mal arborescente de nuestra derecha histórica, que está aquí mismo, y que el psocialismo (según programa) no se propone incrementar todo eso, sino suprimirlo.

Claro que no viene uno a avalar la política del PSOE, que tampoco es la mía (en caso de que uno tuviera alguna política), sino a subrayar lo tedioso, monocorde, rudamente cínico, aburrido y lluvioso de nuestra derecha más conservadora de malos usos e inconfesables consumos. Todavía no ha empezado el psocialismo a gobernar (Felipe ha señalado su respeto por los plazos del calendario) y ya está el integrismo parlero haciendo crítica/ficción, futurismo/catastrofismo, ciencias ocultas y demagogia pre.

Ya sabe González lo que le espera: no la crítica de buena fe que él ha invocado y de la que ha dado ejemplo, sino la mala fe crítica de quienes, tediosamente, hablan por hablar o por expulsar los venenos que afloran en su fango interior. Sería ingenuo ponerse a echar cuentas con estos críticos de café cortado/agriado. Ellos saben que FG no va a empezar su legislatura colocando en la Moncloa a doscientos troncos castas para que organicen verbenas pop, entre Cuatro Caminos y Versalles, montando el organillo pablista sobre las alfombras alfonsinas y dejando que "el coftá de las botellas se disfrace de noviembre" para coger una toña lorquiana. Ellos saben que ese equipo no es nada para lo que movía su Generalísimo -el de ellos-, que éramos treinta millones de españoles haciéndole palmas en La Granja a las folklóricas y los folklóricos que llamaba a filas Su Excelencia cada 18 de julio, post meridian. Ellos saben que ese equipo es una multitud ociosa para el ocio de Calvo Sotelo, que no tenía (el Calvo Sotelo en funciones es otro) un papel en los cajones y que en los bolsillos sólo tenía algunas migajas del tabaco de pipa y alguna corchea perdida de su sinfoniola o armonium manual. Ellos saben que, en los primeros tiempos reventones de la ucedé (donde ellos quisieron encontrar pupitre), la Administración se prolongó hasta la inmediata Casa de las Semillas, como en un mercancías de escribanos y consejeros. Pero la consigna es largar por largar, la consigna es el roneo a tope, para que siga el burle, calumnia que algo queda (en el bolsillo) y a ver si vuelve a subir lo colorado, que está la Bolsa hecha una braga (o sea, funcionando normalmente), cuando ya tenían que haberse hundido sus siete columnas sobre Sansón/Aguirre Gonzalo, por decir lo que ha dicho:

-El programa del PSOE es el mío.

Lo vimos con los Ayuntamientos socialistas. Si Tierno iba a misa era un hipócrita, y si no iba, era masonazo. Julián Marías ha hablado de Cadalso. "La melancolía entusiasta". Lo de estos antimarianos es la melancolía cuarentañista entusiasta del carguismo. Si el cargo es para otro, ponen el grito en el cielo de Cuelgamuros.

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